Debbie Fleck tenía sólo 16 años cuando sospechó que podía estar embarazada. Su novio de 21 años, que según ella la había obligado a mantener una relación sexual, la presionó para que pidiera una cita en Planned Parenthood. Allí se enteró de que estaba de unas 10 semanas de gestación. Fleck entró en pánico al saber que tendría que contarle a sus padres sobre el embarazo.
Fuente: LiveActionNews Autor:Lisa Bast
Debbie Fleck y su aborto
Fleck contó a Live Action News: “Mis padres se pusieron furiosos cuando se lo dije. Inmediatamente quisieron ‘arreglar’ el problema, así que me citaron para abortar, en contra de mis deseos. Me dijeron que no había otra opción. Estaba destrozada y lo único que podía hacer era llorar”.
Una angustiada Debbie Fleck fue llevada a Cleveland para someterse al procedimiento que pondría fin a la vida del niño que llevaba en su vientre. Recuerda el primer encuentro con un consejero que le aseguró que no estaba haciendo nada malo.
“La consejera me decía que no me preocupara, que aún no llevaba un bebé y que el procedimiento sólo consistiría en eliminar un grupo de células”, dijo Debbie Fleck. “Era un montón de mentiras”.
Debbie Fleck sollozó durante el aborto, experimentando intensos calambres. Después, la trasladaron a una gran sala llena de camas individuales plegables en los que yacían otras mujeres. Mientras las lágrimas resbalaban por su rostro, una enfermera le preguntó por qué lloraba. Fleck la miró y dijo: “Acabo de matar a mi bebé“.
Una joven que estaba acostada junto a Debbie Fleck se volvió hacia ella y le dijo desapasionadamente:
“He tenido seis abortos. Estarás bien”.
A pesar de esta afirmación de la mujer emocionalmente entumecida, Debbie Fleck no se sentía ni mucho menos “bien”: había estado luchando con la vergüenza, el arrepentimiento y la culpa desde el momento en que la llevaron a la sala de recuperación.
El aborto provoca un camino de destrucción
Después del aborto, el mundo de Debbie Fleck quedó destrozado. Sintió que no merecía ser feliz. Perdió la confianza en sí misma y adoptó un comportamiento autodestructivo, como beber y tomar malas decisiones. Su ex novio se presentaba regularmente en su casa con sus amigos para acosar a su familia después de que le prohibieran continuar con la relación.
Debbie Fleck dijo:
“Fue una época muy dura. Estaba luchando con la decisión que mis padres habían tomado por mí, queriendo creer que tenían mis mejores intereses en el corazón. Pero me involucré con personas desagradables que me empujaron en la dirección equivocada, y simplemente lo permití. Ya no me importaba hacia dónde me dirigía”.
Más que nada, Debbie Fleck deseaba otro bebé para llenar el vacío que tenía dentro. Durante este tiempo, se conectó con un antiguo compañero de clase de la escuela secundaria y se involucró con él. La relación dio lugar a otro embarazo, pero esta vez Fleck se quedó con el bebé y la pareja se casó. Desafortunadamente, el matrimonio era inestable.
“Mi marido siempre estaba bebiendo, actuando de forma irresponsable, saliendo con malos personajes, e incluso fue arrestado”, dijo Fleck. “Me di cuenta de que simplemente no era capaz de ser un buen marido y padre para nuestro hijo”.
Aunque salió esporádicamente después de esto, no estaba interesada en buscar una relación seria. Sin embargo, un amigo tenía otros planes y le presentó a Fleck a alguien nuevo. Este nuevo novio decía ser cristiano y con Fleck asistían juntos a los servicios religiosos. A pesar de sus esfuerzos, los demonios de Fleck seguían acosándola.
“Plagada de una baja autoestima, buscaba el amor en los lugares equivocados. Me casé con mi novio, que creía que era cristiano, y me quedé embarazada de nuestra hija”, cuenta Debbie Fleck.
“Pero vivía una doble vida, fingiendo ser cristiano en público, pero a escondidas era terriblemente abusivo. Era un radio más en la rueda del comportamiento autodestructivo”.
Sin embargo, Fleck no se planteó el divorcio hasta que su hijo pequeño oyó al marido de Fleck gritar a la hija de la pareja, de un año de edad. El pequeño le rogó a su madre que pusiera fin al matrimonio.
“En ese momento, yo sólo trabajaba a tiempo parcial, y le dije a mi hijo que tendría que encontrar un trabajo a tiempo completo y que me iría más a menudo si nos íbamos solos”, dijo Debbie Fleck.
“Él comprendió mi situación, pero me instó a seguir adelante. Él fue el impulso que me empujó a acabar con el ciclo de crueldad”.
Recuperar la fe y encontrar el auto perdón proporciona un camino hacia adelante
Fleck había sido bautizada cuando asistía a la iglesia con su segundo marido, pero no había practicado una fe activa en muchos años. Empezó a asistir de nuevo a los servicios religiosos después de casarse con su tercer marido, un médico, al que conoció en el trabajo. También empezó a participar en estudios bíblicos y grupos de la iglesia.
Un día, en un grupo de señoras de la iglesia, Debbie Fleck conoció el programa de Kay Arthur, “Lord Heal my Hurts” (El Señor sana mis heridas). Estaba intrigada, aunque no sentía que tuviera ninguna herida que necesitara ser sanada. No obstante, decidió participar en el estudio.
Debbie Fleck dijo a Live Action News,
“Este estudio realmente me abrió los ojos a la importancia del auto-perdón. Durante demasiado tiempo, había sufrido el trauma psicológico del aborto. Ahora, por fin pude hablar libremente sobre el secreto que supuraba en mi alma durante 33 años. Sentí que se me quitaba un gran peso de encima y estaba ansiosa por compartir mi testimonio con otras mujeres”.
Fleck empezó a hablar con mujeres en grupos de la iglesia y en el trabajo, y se dirigió especialmente a las que estaban pensando en abortar. Quería que supieran cómo había sufrido las heridas del aborto. También atendió a mujeres que habían abortado, compartiendo la importancia del proceso de curación para ayudarlas a seguir adelante con amor y perdón.
“Quería que estas mujeres conocieran la devastación que causa el aborto, no sólo física sino también emocional y espiritualmente. Les insté a no tomar decisiones precipitadas por desesperación, sino a explorar otras opciones. Una vez que se ha optado por el aborto, no se puede devolver la vida al bebé. Puede que mi historia no sea la más convincente, pero ha hecho cambiar de opinión a algunas mujeres sobre el aborto, así que seguiré compartiendo mi testimonio.”
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