Se llama “Proyecto Raquel” y se trata de una red de personas de diversas profesiones que acompañan a mujeres que han vivido el drama del aborto. Un proyecto para sanar y reconciliar que sigue dando pasos en la Diócesis de Málaga. El nombre de “Proyecto Raquel” hace referencia al texto de Jeremías, 31, en el que aparece Raquel, la segunda esposa de Jacob, madre de José y de Benjamín, que lloraba por sus hijos ante la matanza de los inocentes de Herodes.
El equipo está formado por 30 personas: psicólogos, médicos, psiquiatras, miembros del Centro de Orientación Familiar (COF), miembros de la Fundación Red Madre y personas de diversas profesiones, que se están formando desde hace tiempo para dar respuesta a esta realidad, atendiendo a cada mujer personalmente.
«Bajo el diagnóstico de Síndrome Post Aborto, los que atendemos a estas mujeres y sus familias, observamos su dolor a través de una sintomatología de tristeza, sentimientos de culpabilidad, ansiedad generalizada, ideas de auto y hetero agresividad, trastornos del sueño, e incluso, cuadros psicóticos», afirma el psiquiatra Ernesto Linares, miembro del Proyecto Raquel en Málaga.
Nadie mejor que ellas sabe lo que significa abortar, de hecho, el “Proyecto Raquel” nació en Estados Unidos, tras la aprobación de la Ley del aborto: «fueron las propias mujeres las que, después de abortar y empezar a sufrir, comenzaron la iniciativa. La Iglesia Católica, a través de los Obispos, hizo suya la propuesta en el año 2001 y puso en marcha un Plan Pastoral como sanación y reconciliación para las personas que habían sufrido este trance: madres, padres, familiares, amigos y personal sanitario», afirma el doctor Linares.
«La familia sigue siendo una prioridad para nuestra Iglesia y para nuestra sociedad», explica el consiliario de Pastoral Familiar, Javier Guerrero, «la razón es que la familia, como dice Gaudium et Spes 52, es la primera y fundamental escuela de humanidad. A nivel de Diócesis tenemos muchos retos por los que seguir viendo este apartado como prioritario. La familia es el regalo de Dios donde se nos muestra su cariño, su preocupación y su ternura. Es en ella donde se transmite la fe y se experimenta el amor de Dios».
Testimonio
«Me llamo Victoria. Era muy joven cuando quedé encinta. No quería aquel embarazo, pero nadie intentó hacerme cambiar de opinión. ¿No era mi derecho? Hoy tengo 32 años, estoy casada y tengo dos niñas. Pero hoy en día mi pensamiento va frecuentemente a aquel niño, a aquel pequeñito, a Andrés, que no . Estoy segura de que si alguien me hubiera explicado, dicho o sólo preguntado si lo había pensado bien, hoy mi hijo tendría 13 años».
