Virus Zika en embarazadas. ¿Cómo afrontar las consecuencias del contagio?

“Nos parece anacrónico que en pleno siglo XXI se siga planteando como medio “terapéutico” o de control de una determinada enfermedad, exterminar al propio enfermo.”

¿Qué es el virus Zika?

De la familia de los flavivirus, el virus Zika no es nuevo. Está identificado desde 1940, donde se descubrió en Uganda, asociado a una infección banal, que cursaba con fiebre leve y reacciones cutáneas. Se transmite por la picadura de un mosquito, Aedes aegypti, que también es transmisor de otras enfermedades como el dengue y la chikungunya,  aunque hay quien apunta a la posibilidad de que también el mosquito común (“Culex”) pueda transmitirla, extremo éste sin confirmar. (1)

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Fue en 2014 cuando aparecieron los primeros casos de infección por Zika en la Polinesia, comenzando entonces su expansión global, en la que Brasil y últimamente Colombia, parecen estar más afectados.

Se han descrito también infecciones por Zika adquiridas por transmisión sexual, (2) y existen sospechas de que puedan darse tras transfusiones de sangre con muestras de pacientes infectados. (3)

La relación de la infección con la microcefalia no se ha establecido hasta este año. La infección banal en personas sanas, parece agravarse si la infectada es una embarazada en el primer trimestre de gestación. Parece que el virus podría multiplicarse activamente en las neuronas en formación del feto, pudiendo afectar su desarrollo y causando microcefalia.

Según se afirma en un artículo publicado en Nature (4), la evidencia clínica deja pocas dudas de la relación entre infección por virus Zika y microcefalia. El virus ha sido detectado en el líquido amniótico, en el líquido cefalorraquídeo de los bebés afectados y en los cerebros de fetos nacidos muertos y los abortados después de la detección de malformaciones graves durante el embarazo.

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Un reciente artículo publicado en NEJM (5), afirma, tras revisar las evidencias disponibles hasta ahora, que puede establecerse un vínculo inequívoco entre la infección por Zika en la gestación y la aparición de microcefalia u otras anomalías cerebrales asociadas en los niños afectados. La revista Science da noticia de algunas experiencias realizadas in vitro que apuntan a la evidencia de la capacidad del virus para destruir precursores de células neurales. (6) Una de las experiencias referidas es la publicada hace unos días en la revista Cell Stem Cell, un esclarecedor estudio que revela que el virus de Zika tiene predilección por las células cerebrales en desarrollo, destruyendo células madre neurales humanas derivas de células iPS (pluripotenciales inducidas). (7)

En los adultos se ha asociado también con una mayor incidencia de un trastorno neurológico poco frecuente, el síndrome de Guillain-Barre, que cursa con debilidad muscular y parálisis, pudiendo resultar fatal.

Microcefalia y Zika

Hay muchas otras posibles causas de la microcefalia, como el grupo de infecciones denominadas STORCH (sífilis, toxoplasmosis, otras infecciones, rubéola, citomegalovirus y el herpes simplex), o la exposición a productos químicos tóxicos y el consumo de alcohol durante el embarazo.

Como recoge el mencionado artículo de Nature, Rodríguez-Morales, ministro de Salud de Brasil, afirma que  “existe una clara necesidad de una evaluación completa de otras causas de microcefalia, como STORCH, e incluso las causas no infecciosas”, y declara que se están llevando a cabo ensayos que traten de dilucidar cuántos de los casos de microcefalia detectados guardan una relación causal con la infección por Zika y en cuáles hay que buscar una causa distinta de la infección por este virus.

“El riesgo planteado por Zika para causar microcefalia puede ser menor que el debido a infecciones por otros virus como la toxoplasmosis y la rubéola”, dice Rodríguez-Morales.

Las tasas de microcefalia en Brasil rondaban los cinco casos por cada 100.000 nacidos vivos antes del estallido Zika, pero en los últimos seis a nueve meses se han elevado hasta los 200 por cada 100.000, aunque, como ya se ha afirmado, la relación de estos casos con la infección por Zika no ha sido totalmente comprobada.

La microcefalia puede conducir a una amplia gama de discapacidades como problemas de aprendizaje, físicos, tales como dificultades con el equilibrio y la coordinación, problemas auditivos y visuales, y epilepsia.

Alarma global. ¿Cómo prevenir?

La OMS  afirmaba en un comunicado el pasado 22 de Marzo que la extensión de la infección por virus Zika y su relación con los casos de microcefalia se están convirtiendo en una emergencia global. (8) Se afirma que 61 países han informado de casos de transmisión del virus Zika.

No existe tratamiento eficaz ni vacuna contra el virus en la actualidad, y la prevención del contagio parece ser el frente de batalla para frenar la expansión de la enfermedad. Evitar la picadura del mosquito, limitando su expansión y promoviendo métodos de protección individual, prevenir la transmisión sexual y detectar posibles muestras contaminadas por Zika en los bancos de transfusión son, por el momento, maneras de frenar la posible epidemia.

Aborto y Zika

Sin embargo hemos asistido, desde que se relacionaron los casos de microcefalia en neonatos con la infección de la gestante en los primeros meses de embarazo, a una fuerte presión desde diferentes ámbitos dirigida a promover el aborto en todas aquellas mujeres en las que se diagnostique la presencia del virus durante su embarazo.

12Desde algunos gobiernos, movimientos proabortistas, medios de comunicación (9) o las mismas Naciones Unidas (10), se está promoviendo el aborto y el control de natalidad como medios para frenar la expansión de la enfermedad.

Concretamente, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos ha pedido a los países latinoamericanos afectados por la epidemia Zika que permitan a las mujeres el acceso al aborto y el control de la natalidad, encendiendo el debate sobre los derechos reproductivos.

Parece anacrónico que en pleno siglo XXI se siga planteando como medio “terapéutico” o de control de una determinada enfermedad, exterminar al propio enfermo. Desde luego no es civilizado matar al enfermo para aliviarlo de su enfermedad, o aliviar a los que deberán cuidarlo durante su vida. El niño afecto de microcefalia es un niño discapacitado, al que habrá que ofrecer un apoyo específico para tratar de paliar sus limitaciones y promover al máximo su desarrollo futuro. También sus cuidadores necesitarán de apoyo material, moral y sanitario, como es de esperar en una civilización donde los fuertes protegen a los débiles y se promueve el reparto de los recursos para que la justicia sea real, y se facilite el acceso a las mismas oportunidades a todos, los más y los menos capacitados, en la medida de lo posible.

Pero no parece ser esta la tendencia de Naciones Unidas, gobiernos, grupos de opinión y de presión: matar al afectado es una decisión tan errónea como peligrosa. Una sociedad que justifica sin prurito alguno el aborto y la eugenesia –que solo nazcan los fuertes y sanos-, pone en riesgo el respeto a la dignidad de todos sus miembros.

Mañana puedo ser yo el discapacitado, o quizá el alto comisionado de Naciones Unidas que hoy promueve abiertamente el exterminio de los infectados. ¿Quién decide en una sociedad así quien es suficientemente sano para seguir vivo?

Por otra parte, no todos los fetos de madres contagiadas por Zika van a padecer la enfermedad, ni mucho menos. Muchos de ellos nacen sanos, pero, sin embargo, no dejan de ser objetivo para los que promueven el aborto, para los que el mero hecho de que la embarazada esté infectada por el virus debería bastar para abortar a su hijo.

Es la nueva forma de aborto preventivo, de exterminar a niños sanos, tan dignos como los enfermos, por si algún día enferman, como ya está ocurriendo con el aborto de fetos o la eliminación de embriones portadores de determinados genes que les hacen tener más probabilidad que otros de padecer una determinada enfermedad en el futuro. “Matar por si acaso” sería la expresión.

“Vivir por si acaso” sería lo deseable ante toda situación de discapacidad, limitación, riesgo grave o sufrimiento, si reconocemos que todo ser humano es persona, digna y con derechos, esencialmente, con derecho a la vida.

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