Nadia Murad: Censurar incluso a la víctima

Nadia Murad

Nadia Murad es vetada por la Junta Escolar del Distrito de Toronto porque podría fomentar la islamofobia. Ella es una reconocida activista iraquí, esclava sexual de la yihad y premio Nobel de la Paz.

Fuente: La Razón

Nadia Murad

Activista iraquí y premio Nobel de la Paz, es una de las 3.000 niñas y mujeres que fueron víctimas de violación y otros abusos por parte de militares de Estado Islámico. Los abusos eran sistemáticos y formaban parte de una estrategia militar. Sirvieron como arma en la lucha contra yazidíes y otras minorías religiosas. Tras huir, Murad eligió hablar abiertamente sobre lo que había sufrido. En 2016, con apenas 23 años, fue nombrada la primera embajadora de buena voluntad de la ONU para la dignidad de los supervivientes de la trata de personas.

Naciones Unidas y grupos defensores de los Derechos Humanos han acusado a Estado Islámico de secuestrar y violar a miles de mujeres y niñas con edades que van desde los doce años, especialmente las de la minoría religiosa yazidí. Muchas de estas mujeres han sido entregadas a los combatientes como recompensa o vendidas como esclavas sexuales.

La ONG Human Rights Watch (HRW) publicó un informe en abril de 2015 en el que entrevistó a 20 mujeres que lograron escapar de su cautiverio. Estas relataron que los milicianos del Estado Islámico separaban a las mujeres según sus edades y cómo las “movían” a varios lugares de Irak y Siria, además de denunciar que eran vendidas o regaladas y que las sometían de forma repetida a violaciones y violencia sexual.

Nadia Murad

Actualmente, Nadia Murad ha sido censurada en Toronto porque su intervención podía fomentar la islamofobia. Parece un chiste, pero no tiene ni puñetera gracia. Precisamente en su libro “Yo seré la última: Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico”, Murad relata cómo fue torturada y obligada a ejercer como esclava sexual, tras el exterminio por parte del Estado Islámico de cientos de personas de la comunidad yazidí a la que pertenecía. Pues bien, la Junta Escolar del Distrito de Toronto, incapaz de diferenciar entre musulmanes en general y organización terrorista en concreto, ha preferido vetar su intervención, apelando para ello a la necesidad de seleccionar un material de lectura “justo, culturalmente relevante y apropiado”.

Y parece ser que un testimonio crudo y real, que narra una realidad terrible y supone un relato de supervivencia, una defensa de los derechos humanos y de la necesidad de dar voz a los que sufren, no es “justo”, ni “culturalmente relevante”, ni mucho menos “apropiado”. Porque podría ofender a alguien, claro, que algo que ha ocurrido sea narrado. Como si fuese más grave el testimonio de Murad que los hechos que relata.

Comparte este artículo en tus redes sociales.

Te puede interesar:

Artículos relacionados