El aborto, una salida falsa al embarazo precoz

CARMEN CAMEY-6.NOV.2017-ACEPRENSA

“Niñas, no madres” es una campaña de algunas organizaciones internacionales que buscan promover el aborto como solución a las preocupantes cifras de maternidad precoz en América Latina. Sin embargo, otras organizaciones locales ofrecen alternativas a la vez que llaman la atención sobre las complicadas causas de la grave situación de muchas niñas y niños en los países latinoamericanos.

A finales de abril de 2015 saltó a los medios internacionales el caso de Mainumby (nombre falso): una niña paraguaya de 10 años que estaba embarazada de la pareja de su madre (ver Aceprensa, 7-05-2015). El Ministerio de Salud hizo la denuncia correspondiente y se constató que la niña llevaba dos años siendo objeto de abusos por parte de aquel hombre. Fue puesta en manos de un equipo de profesionales e internada en un hospital materno. El abusador fue condenado, y la madre, arrestada por incumplimiento del deber de cuidado. A la vez, Amnistía Internacional Paraguay, CLADEM (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres) y Equality Now emprendieron una campaña mediática para exigir al gobierno paraguayo que le realizara un aborto a la niña.

El caso Mainumby polarizó a la sociedad paraguaya: se celebró una audiencia pública donde estaban presentes grupos feministas radicales, miembros de CLADEM, Amnistía Internacional y el público general. En los grupos provida, a la vez que se reconocía la gravedad de la situación y el abuso sufrido por la víctima, se destacaba la preocupación por la niña y su bebé, y por la protección de la Constitución paraguaya a la vida del no nacido. Las organizaciones internacionales acusaron al gobierno y a los provida de abandonar a la niña a su suerte y de no cumplir con su obligación de protegerla.

Violencia sexual

En Paraguay, en 2011, las adolescentes y jóvenes constituyeron el 25,5% de las muertes maternas, según datos oficiales del Ministerio de Salud. En México, 4 de cada 10 chicas menores de 15 años son víctimas de delitos sexuales. En Perú, 4 de cada 5 denuncias por violencia sexual son de niñas y adolescentes. En Guatemala, diariamente se registran 5 embarazos de menores de 14 años. En Nicaragua, 8 de cada 10 mujeres víctimas de agresiones sexuales son niñas menores de 13 años. En Ecuador, entre 2002 y 2010, los partos en niñas de 10 a 14 años han aumentado un 78%.

Ante estas preocupantes cifras, Planned Parenthood Global, Amnistía Internacional, GIRE y CLACAI lanzaron una intensa campaña mediática titulada “Niñas, no madres”, en la cual buscaban dar visibilidad a esta situación de salud pública y proponer el aborto como solución para acabar con la maternidad infantil. Explican que los derechos a la autonomía y a la dignidad de estas niñas se ven vulnerados al haber sido víctimas de abuso sexual, y “porque se les ha negado el derecho a ejecutar un proyecto de vida libremente elegido al imponérseles la continuación de un embarazo y una maternidad que ponen en riesgo su salud y futuro”. Siguiendo su propuesta, ante un caso de violación y de un embarazo como resultado de esta, la solución sería el aborto. Pero, ¿es esta la mejor manera de combatir tan dura realidad?

En muchos casos la violencia sexual no acaba en embarazo y, por otro lado, los embarazos infantiles no siempre son resultado de una violación sexual

Esta campaña, aunque surge de una preocupación por un problema urgente, confunde dos realidades distintas que merecen atención detenida: el abuso y la violencia sexual contra menores, de una parte, y de otra, los embarazos precoces. Estas dos realidades, a pesar de estar relacionadas, no son identificables. En muchos casos, la violencia sexual no acaba en embarazo, y por otro lado, los embarazos de menores no siempre son resultado de una violación sexual. Ambas situaciones son problemáticas y merecen estudio; sin embargo, el identificarlas puede dar lugar a confusiones y a que las soluciones no atiendan a cada uno de los aspectos específicos de la problemática.

Abusos sin embarazo

Karla de Rodríguez, miembro de la Asociación La Familia Importa (AFI) en Guatemala, trabaja desde hace años en el interior del país enfatizando el desarrollo de la familia a través de los valores: “Algunos de los casos de embarazo precoz que se ven no son resultado de abuso sexual, sino de sexo casual, con lo cual las causas del problema en esos casos son distintas y las soluciones pasan más bien por una educación sexual integral”.

Sin embargo, cuando se trata de embarazos como resultado de violencia sexual, muchas veces el aborto sirve como un incentivo para que se vuelva a abusar de la niña y esto “perpetúa el ciclo de violencia”, explica Karla. Sostiene que con las campañas enfocadas solamente en aquellas niñas que han quedado embarazadas como resultado de esa violencia sexual, quedan desamparadas todas las víctimas de abusos que no han quedado embarazadas. “Son la mayoría, puesto que el que coincida su fertilidad con el acto de violencia sexual no es común. Además, se deja fuera de las ayudas a los niños abusados, que también son víctimas. A estas campañas solo les interesa el aborto como reparación, pero no se preocupan verdaderamente por las víctimas”, explica.

En esto coincide también Julia Regina Sol de Cardenal, una de las fundadoras de la Fundación Sí a la Vida en El Salvador. En 1995 pusieron en marcha el Centro de Ayuda para la Mujer (CAM), en el que se ha atendido a más de 5.500 madres y a sus hijos. La fundación también se encarga del Hogar María Isabel, un refugio para madres con embarazos en dificultad fundado en 1986. “En ambos refugios atendemos a niñas, adolescentes y mujeres de 9 años en adelante. Todas las menores han tenido embarazos y partos sin dificultades. Debido a que muchas de estas niñas son víctimas de abuso, incesto, violación o abandono, se quedan en nuestro refugio hasta que logramos contactar a un familiar para que les dé un hogar seguro donde regresar y el abusador esté en la cárcel. La mayoría se queda solo unos meses con nosotros, pero en algunos casos hemos tenido que darles albergue hasta 8 años. Mandamos a las madres a la escuela y a sus hijos también”, explica Julia Regina.

Apoyo para salir adelante

En el hogar se les provee de todo lo necesario para afrontar su situación de la mejor manera posible: apoyo psicológico, médico, espiritual, comida, estudios y talleres de capacitación profesional, para que al dejar el refugio puedan mantener económicamente a sus familias. “La violencia nunca puede ser la solución para ningún problema; la solución que necesitan estas madres en dificultades es apoyo como el que les da la Fundación Sí a la Vida. El gobierno debe invertir en políticas, programas y campañas de apoyo para madres con embarazos en dificultades. Que la mujer tenga acceso a esta información para que no busque soluciones desesperadas. También es importante agilizar las adopciones, proponer lugares accesibles donde se puedan denunciar abusos sexuales, la captura rápida de los violadores y castigos efectivos para que no vuelvan a cometer este tipo de crímenes”.

“La violencia nunca puede ser la solución para ningún problema; la solución que necesitan estas madres en dificultades es apoyo…”

En los hogares que dirige Sí a la Vida en El Salvador, se ofrece a las madres la adopción como una alternativa; sin embargo, tan solo un porcentaje mínimo de ellas se decide por esta opción. “La mayoría, con el apoyo de nuestro equipo, se convierten en madres excelentes”, dice Julia Regina. Para ella, las campañas como la de Planned Parenthood no solucionan el problema de fondo y contribuyen a infligir más violencia en una víctima que ya ha sufrido.

En Guatemala, la asociación Sí a la Vida, a través de CAM y del Hogar María Guadalupe, busca otorgar ayuda a mujeres en crisis por un embarazo imprevisto “para que, entre la vida y la muerte, escojan la vida”. Aseguran que el 95% de estas mujeres decide tener a su bebé y la mayoría quiere conservarlo, aunque algunas optan por la adopción. Desde 1996 han atendido a más de 3.000, y ninguna de estas mujeres ni sus bebés ha fallecido. “Les ofrecemos hospedaje, alimentación, servicios médicos y acompañamiento, además de capacitaciones. También tenemos relación cercana con el Consejo Nacional de Adopciones”, explica Gabriela de Tefel, directora de la Asociación. “Lo importante es que reciban calor de hogar, sin importar su credo religioso o su situación socioeconómica”, sentencia.

Invertir en las niñas

Como estas, existen otras iniciativas en todos los países de Latinoamérica que se encargan de dar alternativas positivas para madres embarazadas que se encuentren en dificultades. Se les ofrece la posibilidad de llevar a cabo su maternidad en las mejores condiciones posibles, se les brinda atención en el embarazo y en el parto, así como apoyo psicológico y espiritual. De esta manera esperan promover la salud materno-infantil y disminuir las tasas de morbi-mortalidad. Coinciden en que la mejor manera de reducir los embarazos precoces pasa por la prevención y no por el aborto: primero, eliminando los casos de abuso sexual, y por otro lado, trabajando con las niñas y sus familias en una educación sexual y afectiva integral. Con ello se fortalece la familia y se impulsa el matrimonio, y el efecto será menores índices de abuso sexual, de embarazo precoz, de violencia intrafamiliar, etc.

Con estos esfuerzos, las organizaciones provida se unen al grito común de otras organizaciones internacionales: esta situación no es normal y tenemos que ponerle fin. No son ajenas al dolor, la ansiedad, el miedo y la sensación de vulnerabilidad que estas niñas pueden sentir; al contrario, las conocen muy de cerca desde los hogares. Sin embargo, discrepan sobre las medidas que hay que tomar para solucionar la situación. En la campaña incluso se identifica la legislación provida de estos países como un “obligar a las niñas a ser madres”. A esto responde Julia Regina de Cardenal: “No podemos obligar a ser madres, no tenemos cómo hacerlo. Llegan a nosotros cuando ya son madres”. Lo que sí pueden hacer, y de hecho hacen, es ofrecer un hogar y apoyo a aquellas mujeres que se encuentran en situaciones difíciles.

Invertir en la gente joven, especialmente en las adolescentes, es una de las mejores inversiones que puede hacer un país: ellas tienen el poder de romper el círculo de la pobreza y de fortalecer los lazos sociales. Sin embargo, esta inversión debe enfocarse en la educación y en protegerlas de las situaciones que las convierten en potenciales víctimas para los abusadores. El trabajo debe enfocarse en la prevención de estas situaciones, no en soluciones cortoplacistas que solamente generan más dolor y sufrimiento en las madres adolescentes.

Invertir en la gente joven, especialmente en las adolescentes, es una de las mejores inversiones que puede hacer un país

Hoy, Milagros (“Mili”), hija de Mainumby, tiene ya dos años y es una niña sana y sonriente. El gobierno paraguayo ha ayudado a la familia con subsidios para el mantenimiento de la niña. Asociaciones de la Iglesia católica e Iglesias evangélicas se preocupan de cerca por Mainumby y Milagros. Mainumby tiene ahora 13 años, es una alumna destacada en la escuela y compatibiliza su rol de madre y de escolar; vive con su madre, su hermano y su hija. La casa en la que viven la han podido construir con la generosa ayuda de muchas personas.

Nereida Brumat Decker, por su relación con la Pastoral Vida y Familia, se ha hecho cargo del acompañamiento familiar desde el primer mes de nacida Milagros. Explica que la madre de Mainumby puede ahora trabajar desde casa, vendiendo comida, y así ayudar a su hija a cuidar de Milagros mientras ella va a la escuela o estudia informática. “Esto comenzó como una tragedia y está dando como resultado, con la ayuda de Dios, una familia más armada y casi feliz. La niña-madre y su madre siguen en terapia. Viven dignamente y evitamos todo lo posible que la prensa se acerque o se ocupe del tema. Mainumby está bien y le ayudamos a transitar su adolescencia y su vida, paso a paso. El Estado provee salud y necesidades extraordinarias. Están bien y seguimos acompañándolas con mucho cariño, que es lo que va cerrando heridas y generando confianza”.

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