Una resolución de la ONU a favor de la familia

LUIS LUQUE
15.JUL.2015

“Las familias –afirma la plataforma Sexual Rights Initiative (SRI)– perpetúan la opresión patriarcal, las tradiciones y prácticas dañinas, y en su seno tienen lugar violaciones de los derechos humanos (la violación marital, el abuso infantil, la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos y tempranos, la violencia vinculada al matrimonio, los asesinatos ‘de honor’ y otras formas de violencia doméstica)”.
Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 60/15

La resolución destaca que la familia incide positivamente en la disminución de las tasas de abandono escolar, la promoción de las mujeres y las niñas, y la protección contra la violencia de distinto orden

El pataleo es entendible. Es su reacción y la de algunas otras organizaciones a la aprobación, en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU, de la Resolución L.25, sobre “Protección a la familia”.

El texto, patrocinado por países en desarrollo de África, Asia y América Latina (más China y Rusia), y aprobado por 29 votos contra 14, se sometió a consideración de los miembros del CDH a principios de julio, con enunciados que no pretenden más que reflejar la realidad y las necesidades de atención especial por parte de la institución familiar. Así, le reconoce a esta su carácter de “grupo fundamental de la sociedad” y una “responsabilidad primordial” en la crianza y la protección de los niños, al tiempo que observa “con preocupación” cómo su contribución social y al logro de los objetivos del desarrollo sigue siendo conscientemente ignorada.

En otro momento, la resolución declara que la familia debe ser protegida por el Estado, e insta a los países a crear un entorno propicio para fortalecerla y apoyarla, toda vez que su bienestar redunda en el de toda la sociedad, y se evidencia su impacto positivo en la disminución de las tasas de abandono escolar, la promoción de las mujeres y las niñas, la protección contra la violencia, los abusos y la explotación sexual, etc.

No habría que añadir mucho más, pues la positiva incidencia de la familia está más que establecida y aceptada. ¿Puede haber algún desacuerdo?
Las “culpas” de la familia

Pues sí, hay desacuerdo. El concepto familia sin más no gusta a los Estados de la Unión Europea, ni a EE.UU., ni a otros como México, Argentina o Brasil, descontentos porque en ninguna parte del enunciado de la L.25 los patrocinadores accedieron a introducir expresiones como “varios tipos de familia”, en referencia a las uniones homosexuales.

El argumentario de estos grupos es rico en expresiones con cierto sentido catastrofista. El delegado de México, por ejemplo, lamentó que se presentaran proyectos que “desde un principio sabemos que dividen a la membresía”, que no generan “consenso” y que “afectan la credibilidad del CDH y el andamiaje jurídico e institucional de la ONU”. El representante de Letonia, al hablar en nombre de los países de UE, apuntó que el texto “sobreenfatiza” el rol de la familia en salvaguardar la identidad cultural y las tradiciones de la sociedad, pero “falla” al no reconocer que, en el ambiente familiar, existen tradiciones que pueden ser dañinas para los individuos, por lo que estos necesitarían ser protegidos… de su propia familia.

El subdesarrollo y la falta de educación propician situaciones de violencia que, erróneamente, se achacan a la familia

La justificación es muy coincidente con la de la SRI, y a semejanza de esta, peca de generalizadora, tal como la reacción del que lanza por la ventana el sofá donde ha pillado a su cónyuge en acto de infidelidad. La culpa no es “del sofá”, como no es culpa de la familia africana, por ejemplo, que sus niñas y jóvenes sufran la mutilación genital. Detrás de una conciencia social que da por bueno ese espanto, no está agazapada la “mano siniestra” de la familia, sino el analfabetismo y el subdesarrollo; como tampoco la violencia y el abuso son azote exclusivo de la familia o fruto de esta, pues se presentan en los más diversos ámbitos de interacción social desde que el hombre pintaba las frías paredes de Altamira. ¿Acaso habría que desproteger o desentenderse de todos los contextos de relación humana, solo porque puede sobrevenir la violencia? ¿Bastarían las cada vez más fatídicas consecuencias del bullying para que el Estado se desentendiera de apoyar a las escuelas?

La reacción de la SRI y de sus valedores es, además, contradictoria: si del entorno familiar solo vienen “males absolutos”, ¿por qué pretenden que el CDH reconozca las uniones entre homosexuales como “un tipo de familia más”? A menos que estos no estén hechos de la misma pasta que el resto de las personas –altruistas, egoístas, amables, violentas…–, incluso en su neo-familia habría problemas.
Del CDH a la Asamblea General

El texto aprobado por el CDH y no demasiado difundido en la prensa, supone un palo en la rueda del lobby antifamilia. Lo han puesto las ONG agrupadas en el denominado UN Family Caucus, fundado en 2008 para responder a los frecuentes ataques a la familia en las instituciones de la ONU, y que agrupa a individuos y asociaciones profamilia de unos 160 países. El Caucus batalló para que saliera adelante el proyecto de resolución, pero no cree que este sea el final del camino. Según Sharon Slater, líder de Family Watch International, “el siguiente paso es lograr que el lenguaje y las políticas profamilia se incluyan en las políticas de desarrollo sostenible”.
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Otra organización que trabajó a favor de la resolución fue el Center for Family and Human Rights. El director del Centro de Estudios Jurídicos de la organización, Stefano Gennarini, explica a Aceprensa que la resolución “ha puesto a la familia como nunca antes en la agenda de la ONU. Es una propuesta abarcadora para incluir a la familia en los temas de derechos humanos y desarrollo. Lo más significativo es que no reconoce ‘nuevas formas de familia’, y que queda fijada en la tradicional postura consensuada por la ONU, de que la familia se funda en la unión entre un hombre y una mujer, tal como aparece en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en otros tratados vinculantes de esa organización”.

La resolución del CDH aísla al pequeño número de países que busca redefinir el concepto de familia

— No obstante, no se trata de una resolución vinculante…

— Las implicaciones del texto son muchas, y varían en diferentes niveles. Sí es directamente vinculante para la burocracia de la ONU, que hará fluir los reportes sobre el tema, los cuales se traducirán, a su vez, en subsecuentes negociaciones y resoluciones. El documento no es de obligatorio cumplimiento por los Estados miembros de la ONU, pero puede considerarse un compromiso político.

La mayor consecuencia de la resolución, sin embargo, es que aísla a esos pocos países que quieren imponer el “matrimonio” del mismo sexo y ese tipo de “familias” al resto del mundo. Ningún país de la UE votó a favor del documento porque este no incluye consideración alguna de un reconocimiento internacional de las “familias homoparentales”.

— ¿Puede apreciarse, con esta victoria, un retroceso de la agenda antifamilia en la ONU?

— Sí Puede interpretarse como un sonoro “stop!” de la mayoría del mundo a la agenda pro-homosexual de Norteamérica y Europa, especialmente después de que la Corte Suprema decidiera la legalización del “matrimonio” gay en EE.UU.

No creo que esto detenga a los países más poderosos en su promoción de las uniones homosexuales, pero sí es un paso destacable que estimula al sector profamilia, con frecuencia visto con menosprecio por Naciones Unidas. Con la resolución, los países profamilia pasan a la ofensiva, algo muy importante, porque los países ricos antifamilia no se detendrán de ninguna manera y tenemos que permanecer vigilantes, pues ellos dirigen las agencias de la ONU y su burocracia a través de las instituciones financieras. Continuarán impulsando su agenda, por eso es significativo que experimenten este retroceso.

Nuestro próximo paso será llevar esta resolución a la Asamblea General, donde la membresía completa de Naciones Unidas podrá debatirla. Cuando llegue a Nueva York, será un verdadero revés para los países antifamilia.

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