RELIGIONENDIGITAL.-19-MAY-2015
Han pasado más de tres años desde que Chen Guangcheng hizo estallar una de las crisis diplomáticas más graves entre China y los Estados Unidos de los últimos veinte años. Fue e 22 de abril de 2012.
Cinco muros, 640 km, decenas de guardias
El abogado, segregado en casa injustamente por el régimen comunista, escapó saltando cinco muros, evitando las decenas de guardias que lo controlaban y alcanzando, tras una fuga de 17 horas y 640 kilómetros, la capital Pekín, donde se refugió en la embajada estadounidense.
Todo esto sin la ayuda de la vista, porque Chen es ciego.
¿Cómo lo consiguió? Esta es la única pregunta a la que no responde en su libro apenas publicado en América, The Barefoot Lawyer (“El abogado descalzo”). No habla de ello voluntariamente, para proteger a las personas que le han ayudado, a él y a su familia, a emigrar a los Estados Unidos, huyendo de la venganza del partido comunista chino.
4 años de cárcel por defender a los minusválidos
¿Qué había hecho Chen para merecer, a los ojos del régimen, más de cuatro años de cárcel y más de 19 meses de arresto domiciliario (ilegales), sin poder salir jamás, controlado 24 horas al día por siete telecámaras y centenares de personas que le han pegado hasta hacerle sangrar, le han robado y le han humillado varias veces?
Había defendido, como abogado autodidacta, los derechos de los minusválidos y había desvelado al mundo, con la ayuda del Washington Post, el drama de las esterilizaciones y de los abortos forzados en China al que eran sometidas todas las mujeres que generaban “ilegalmente” más de un hijo, salvo raras excepciones, como prevé la ley del hijo único introducida en 1979.
El régimen, que presume de haber impedido el nacimiento de cuatrocientos millones de niños, ha suavizado algo la ley recientemente, permitiendo en distintos casos tener dos hijos y favoreciendo las penas económicas en lugar de las torturas, que sin embargo aún se realizan.
Hillary Clinton, suave con la tiranía china
En su libro, Chen no ahorra críticas a Hillary Clinton, candidata a la Casa Blanca, acusándola de «haber cedido al gobierno que me ha torturado y detenido durante años». La entonces secretaria de Estado durante el primer mandato de Barack Obama tuvo un papel clave en las negociaciones con Pekín para permitir a Chen y a su familia abandonar China.
A pesar de que el partido comunista incumplió muchas de las promesas hechas durante los coloquios, Chen pudo partir hacia Estados Unidos con su mujer y sus dos hijos. Hoy, con 43 años, vive en Washington, desde donde ha concedido a Tempi.it esta entrevista.
-Señor Chen, usted se quedó ciego con cinco años a causa de una fiebre no curada en el caos de la Revolución Cultural. Cuenta que tuvo una infancia feliz pero difícil, porque sus compañeros se burlaban de usted. ¿Cuánto ha influido esto en lo que usted ha sido después?
-Ha influido mucho. Cuando era pequeño, a pesar de que no podía ir a la escuela como los otros niños de mi edad, mis padres me llevaban al aire libre cada día, en medio de la naturaleza, por lo que aprendí sus leyes, desarrollando la parte más positiva de mi personalidad. He estado poco influenciado por la vida mundana, por el comportamiento de la gente.
»Al mismo tiempo, he conocido el aspecto malvado del alma humana cuando mis amigos se burlaban de mí porque era ciego. La pureza de la naturaleza y la complejidad del alma humana han influido, cada una a su manera, sobre mi visión del mundo.
-Usted empezó a reivindicar sus derechos y el respeto de la ley desde muy joven, en su aldea de quinientos habitantes en Shandong. Su vocación se reveló temprano. ¿Qué le animó a ir por este camino?
-Cuando era pequeño, mi padre me contaba siempre historias y me leía novelas chinas de caballería. Esto sin duda hizo que desde el principio mi carácter se formara para usar la justicia y rechazar los sentimientos malvados. Consecuentemente, al crecer, cuando veía que se violaban los derechos y que la ley se pisoteaba, tenía una reacción espontánea.
»Es como cuando alguien te golpea: intentas inmediatamente esconderte o evitar los golpes. Promover la justicia y despreciar los abusos debería ser una responsabilidad de todos.
-Me acuerdo muy bien de cada caso, sobre todo el de un vecino de casa que tenía sólo un año más que yo. Sufría de problemas mentales y vivía encerrado desde hacía ochos años en una pequeña habitación, donde comía y hacías sus necesidades.
»Según la ley estatal, quien no puede trabajar porque es minusválido y vive en el campo tiene derecho a no pagar los impuestos. Pero a pesar de que la ley había sido introducida hacía años, el partido comunista chino seguía pidiéndole dinero. Para poder pagar los impuestos del hijo el padre tenía que ir a trabajar a la ciudad. No sólo el gobierno no daba a estas personas ningún subsidio, ni asistencia, sino que cargaba a la familia con gastos más ingentes de lo debido, para que así se sintiera más discriminada.
»Cuando en 2001 un funcionario se presentó en su casa para pedirles que pagaran los impuestos, me enfrenté a él y luché mucho por ellos, hasta que se fueron sin los impuestos. Mis primeros casos empezaron por aquí: por la lucha en favor de esos minusválidos a los que el gobierno les seguía pidiendo, ilegalmente, los impuestos.
-Una vez un funcionario del gobierno le dijo: «Sabemos que los ciegos están exentos de pagar impuestos, pero nosotros no respetamos la ley. ¿Crees que podrás hacer algo para impedírnoslo?». ¿Por qué el partido comunista ve a los minusválidos como un peso para la sociedad?
-No sé porqué, pero el partido es muy pragmático y creo que considera a estas personas como no productivas. Y, por lo tanto, inútiles.
-¿Por q