«Si la eutanasia fuese legal, objetaría. No me hice médico para eso»

Jacinto Bátiz, especialista en cuidados paliativos desde hace más de veinte años, cree que lo importante es «evitar que el paciente sufra»

AIENDE S. JIMÉNEZ | EL DIARIO VASCO

Jacinto Bátiz. Donostia. 18-05-2017. Foto Arizmendi

Su influencia como presidente del comité científico del congreso de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia que se celebra estos días en San Sebastián, y que reúne a más de 3.000 profesionales, se ha hecho notar. El doctor Jacinto Bátiz, Jefe del Área de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, fue el encargado ayer de abrir el evento con una mesa controvertida, en la que se abordó el tema de los cuidados al final de la vida. En sus veintitrés años como especialista en paliativos asegura que tan solo un paciente le ha pedido que le practique la eutanasia…

– ¿Y cómo reaccionó usted ante esta petición?

– Le respondí con otra pregunta. «¿Por qué quieres morirte?», a lo que el paciente respondió: «Porque no quiero sufrir». Yo me comprometí con él a que no iba a sentir dolor, y así lo hice. Mi idea sobre la ética al final de la vida es que los médicos no debemos prolongar innecesariamente la agonía de un enfermo, pero tampoco debemos precipitar deliberadamente su muerte. Tenemos que ayudar a que no sufra hasta que llegue su final.

«Si la eutanasia fuese legal, me acogería al derecho de objeción. No me hice médico para eso»

– Está, por tanto, en contra de practicar la eutanasia.

– Sí, yo sí. Además ahora mismo sería un delito hacerlo, y aunque fuera legal me podría acoger al derecho de objeción, como con el aborto. Yo no me hice médico para poner la inyección letal de pena de muerte o para practicar abortos o eutanasias. Lo que intento es que el paciente no sufra. Aunque pueden existir casos extremos que habría que analizar.

«Hacer una ley que incluya el suicidio asistido sin universalizar los cuidados paliativos no tiene sentido»

– ¿Haría una excepción?

– No. Pero si existe una situación en la que el paciente sigue insistiendo en la eutanasia a pesar de todos nuestros esfuerzos, no le abandonaría. Le ayudaría a ponerse en contacto con otra persona que haya elegido para poder hacerlo en otro país en el que sí sea legal. Yo no lo haría porque considero que renunciar a ser consciente de la muerte desde el punto de vista antropológico es algo muy serio.

– Recientemente hemos visto el caso de una persona con ELA que retransmitió su suicidio a través de un medio de comunicación, reclamando el derecho a decidir cuándo morir.

– Ante esas situaciones lo primero que hay que tener es máximo respeto, pero también cuidado de que no comprometan a terceras personas. Es lógico que un paciente en esas circunstancias piense que se quiere morir, pero hay que darle tiempo a asumir esa decisión. Si los médicos respondemos de forma automática a una petición de eutanasia, es porque no tenemos nada mejor que ofrecer. Pero si estamos formados sobre cómo aliviar el sufrimiento de esa persona mediante cuidados paliativos, yo creo que podríamos ofrecerle más opciones que ese final que le podrían hacer replantearse el suicidio asistido.

– ¿Qué papel juegan los familiares de los pacientes terminales?

– Si el enfermo autoriza la sedación paliativa, estará hecha desde la buena práctica médica y la familia no tiene nada que decir. Le explicamos que cuando llegue el momento, si está sufriendo, le daremos una medicación, y si aún y todo siguiese en agonía, le disminuiríamos la consciencia a través de la sedación. Cuando el paciente no está en condiciones de tomar una decisión, entonces son los familiares los que han de tomarla. Lo importante es dialogar con ellos, explicarles la situación y siempre se llega a un entendimiento.

– En la mesa han tratado sobre el dilema de si la sedación paliativa provoca la muerte de los pacientes o evita que estos sufran cuando llega ese momento. ¿Cuál es su opinión?

– Lo primero es que creo que este es un congreso valiente por tratar este tema, que genera controversia tanto entre los profesionales como en la sociedad. Es un tema sobre el que todo el mundo opina, y es importante que la gente tenga toda la información posible para poder hacerlo con propiedad. Deben saber que si la sedación se hace bien no tiene por qué provocar la muerte, sino aliviar el sufrimiento mientras llega el final del paciente. La sedación paliativa provoca una disminución de la consciencia. Te vas a morir igual, pero sin darte cuenta y sin sentir dolor. Los sanitarios lo tenemos bastante claro, aunque siempre hay diferentes opiniones.

– (…)

– En la medicina siempre surgen dudas, no es una ciencia exacta, hay que estar continuamente reflexionando e investigando sobre todo. Antes se sedaba solo cuando alguien tenía dolor, pero ahora también se tiene en cuenta el sufrimiento existencial y emocional, y hay que reflexionar sobre cómo actuar en esos casos. Antes hablábamos de la ELA. ¿Es legítimo sedar a un paciente cuando le diagnostican una enfermedad tan grave? Puede serlo desde el punto de vista del paciente, pero si lo analizamos bien esa sedación sería otra cosa.

– La muerte digna y la eutanasia son temas de debate candente sobre los que por el momento el Gobierno español no ha conseguido llegar a un acuerdo de ley.

– Creo que el hecho de que unos políticos elaboren una ley en la que se incluya la eutanasia sin haber universalizado los cuidados paliativos no tiene sentido. Lo importante es que los ciudadanos que lo estén pasando mal en el final de su vida puedan ser atendidos por un grupo de profesionales formados en esta área y que estos tengan los recursos necesarios para poder llevar a cabo su trabajo. Que no sea distinto morirse en una capital o en un pequeño pueblo. Cuando todos los ciudadanos tengan acceso a esos cuidados paliativos porque un ley los haya universalizado, y decidan que a pesar de ello quieren la eutanasia, los políticos podrán afrontar una ley sobre ella.

– ¿Cuál es la situación de la ley de muerte digna en Euskadi?

– Me gustaría aclarar que ninguna de las leyes autonómicas que hay en el Estado, que son nueve, se llama ‘Ley de muerte digna’. Es un nombre coloquial que se le ha puesto, pero la muerte nunca es digna, lo que tiene que serlo es el proceso de morir. El Parlamento Vasco aprobó en julio del año pasado la ‘Ley de garantía de los derechos y de la dignidad de las personas en el proceso final de su vida’, en la que me pidieron opinión y pude aportar mi granito de arena. Euskadi es la única comunidad en la que todos los grupos decidieron aparcar sus diferencias sobre la eutanasia y centrarse en crear una ley que beneficie a sus ciudadanos. Como consecuencia, el departamento de Salud del Gobierno Vasco está llevando a cabo una estrategia de cuidados paliativos de la que se está haciendo un seguimiento. Eso demuestra voluntad política y coherencia.

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