Las animaladas de Peter Singer

Las animaladas de Peter Singer

El filósofo y bioético australiano Peter Singer ha sido galardonado recientemente con el reputado  Premio “Fronteras del Conocimiento” de la Fundación BBVA. Peter Singer es de sobra conocido en el mundo de la bioética, por ser uno de los representantes más destacados de la corriente científico-filosófica denominada transhumanismo. Dentro de esta corriente -que tiene múltiples variedades, por otro lado- Singer es el principal valedor del animalismo.

Sin obviar su prestigio intelectual y su marchamo de pionero en las tesis animalistas, las teorías de Singer van mucho más allá de la defensa de los derechos de los animales; su propuesta es básicamente, igualar la naturaleza y el valor de animales y seres humanos y, bajo ese prisma, reconocer idénticos derechos a unos y a otros; poco menos que “igualarlos”.

El problema es que Peter Singer, al que no se puede tachar precisamente de inconsecuente, es que, fiel a sus “principios”, acaba negando la condición de persona a aquellos seres humanos que carecen de autonomía, por enfermedad, no haber nacido aún, incapacidad intelectual, estar en la fase terminal, etc. Singer no es un simple “provocador”, que juega a “escandalizar” a almas bien-pensantes; es, sin más, el modelo de una propuesta intelectual que, bajo el pretexto de defender a los animales, deja sin amparo a miles de seres humanos considerados como “no aptos” para gozar de los derechos más básicos.

A continuación, reproducimos un artículo de Santiago Navajas sobre este filósofo australiano que nos ha parecido muy expresivo.

Comentario: Dr. José Antonio Díez. Profesor de Derecho, Máster en Bioética. Coordinador General de ANDOC.

Fuente:  LibertadDigital.com    Autor: SANTIAGO NAVAJAS

Las animaladas de Peter Singer

Peter Singer, filósofo de Stanford, ha sido galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA (FBBVA). A Singer, un filósofo utilitarista y consecuencialista, le han dado el premio por animalista. Pero se suele obviar por la prensa políticamente correcta que también es infanticida.

Es sintomático de nuestra época, la del “último hombre” que decía Nietzsche, al que le resulta más importante sentir que pensar. Singer defiende que cualquier uso de los animales es un abuso injustificable. También que la posibilidad de abortar a discapacitados se debería ampliar más allá del nacimiento. Es decir, el infanticidio.

El mérito que subraya FBBVA en el pensador australiano es que postula borrar la distinción moral entre los seres humanos y otros animales. Si tradicionalmente se definía al ser humano por su facultad racional, Singer le quita importancia a dicha característica y subraya el hecho de ser sintiente, de tener la capacidad de sentir placer y dolor.

Desde esta perspectiva sintiente antirracionalista, no habría diferencia sustantiva entre un hombre, un perro y un gusano, de modo que del mismo modo que no nos comemos al vecino del quinto tampoco nos deberíamos comer a su mascota, aunque fuese un cerdo ibérico, o su manada de vacas.

Dotar de dignidad de persona a los animales significa, automáticamente, reducirla a los seres humanos. De ahí que Singer defienda también que un chimpancé o un delfín deban tener más consideración moral que, por ejemplo, un bebé, ya que son más “personas”.

De hecho, Singer, que es coherente con sus postulados, sostiene también que la posibilidad de matar por parte de los padres debería extenderse incluso más allá del nacimiento en el caso de discapacitados. Recordemos que la eugenesia para mejorar la especie no fue solo cosa de los nazis, sino también de gobiernos progresistas y de intelectuales de izquierda como George Bernard Shaw. Es un lugar común en la época del confort pequeño burgués elevado a principio moral.

La FBBVA argumenta que los posicionamientos de Singer han sido decisivos para mejorar el bienestar animal. Esto es falso. O, al menos, es solo una parte de la historia. Porque el aumento de la preocupación por el bienestar animal se anticipa en muchos años a Singer.

La encontramos, por ejemplo, en la imposición por parte del muy “animalista” dictador Primo de Rivera para que se pusiesen petos a los caballos de las corridas de toros. Y quien realmente ha hecho avances significativos para el bienestar animal ha sido la zoóloga Temple Grandin, que ha diseñado sistemas para que los animales sufran menos en las granjas, establos y mataderos.

Pero se ve que la perspectiva de género no ha llegado a la Fundación BBVA, la cual, sospecho, ha confundido los libros de Peter Singer con las películas de Walt Disney. O nos están tratando de dar gato por liebre.

No tenemos que ser ingenuos. Singer es un utilitarista pragmático y realista. Lo que significa que no pretende meramente mejorar la situación de los animales en las granjas y mataderos, sino mucho más: en el largo plazo prohibir absolutamente todo tipo de consumo de animales y sus derivados, de la cosmética a la ropa pasando por las mascotas y las corridas de toros. Como sabe que una agenda radical será rechazable por la mayor parte de la población, edulcora sus puntos de vista haciéndose pasar por un razonable amigo de los animales.

Gota a gota y a través del adoctrinamiento escolar y premios como este, los postulados radicales de Singer se van normalizando. Según la Fundación BBVA, ya el 40% de los españoles consideran que los animales y los seres humanos tenemos un carácter moral equiparable y el 80% que a los animales se les debe atribuir la característica de la dignidad. Sin embargo, sólo hay un 2% de veganos y vegetarianos, así que hay entre un 38% y un 78% de españoles que o bien no entienden lo que les preguntan, o responden lo que se espera de ellos desde el punto de vista de la corrección política, o se comerían a su abuela si pudieran.

Singer suele introducir sibilinamente en sus libros y entrevistas analogías entre los mataderos de animales y los campos de exterminio de los nazis. De nuevo, es plenamente lógico que si se parte de la premisa de igual dignidad entre seres humanos y vacas se haga equivaler Auschwitz con cualquier matadero municipal. Le gusta recordar a un personaje de Isaac B. Singer que decía: “Para los animales, todos los días son Treblinka”. Y es que de premisas erróneas se suelen deducir auténticas animaladas.

Llevado a sus últimas consecuencias, la postura radical animalista de Singer conduce a más conclusiones que él mismo obvia. Incluso la coherencia choca en los más iluminados con el confort. Si los animales tienen derecho a que no los maten, nuestro deber como humanos sería evitar que ningún animal devorase a otro animal. En general, que ningún ser vivo matase y consumiese a otro ser vivo.

Esta conclusión lógica de la posición de Singer evidencia que lo que late en el fondo del animalismo antiespecista no es otra cosa que lo que Nietzsche llamó el resentimiento contra la vida, que se basa paradójicamente en la muerte. La superioridad moral de los seres humanos sobre el resto de las especies, y donde se justifica el especismo, es que nosotros sí somos capaces de obligaciones hacia los animales, como usarlos con el menor daño posible. Lo que no le pasaría a Singer si fuese cazado por una manada de hienas o la marabunta.

Por otra parte, si Singer fuese plenamente lógico con su posición, también extendería su preocupación por los “seres sintientes” a las plantas, como hacen los jainos en la India, lo que les lleva a consumir frutos como los tomates y las naranjas, pero no aquellos vegetales que implicarían una “violencia innecesaria” hacia plantas subterráneas (zanahorias, patatas, cebollas…)

Ser un antiespecista a favor de los animales, pero no de las plantas, es como declararse amigo de los indios de América, para a continuación esclavizar a los negros de África.

Sigamos con su lógica contra los discapacitados, ¿por qué dejar que sean los padres los que decidan si bebés con algún tipo de discapacidad pueden vivir o no? Ya estamos viendo en algunos casos que el Estado obvia la decisión de los padres cuando se inclina por la vida, y ordena a los médicos que maten o dejen morir a los bebés discapacitados.

Singer ha sido cancelado en ocasiones. Mal. Es un filósofo potente que ha cambiado la forma de pensar de muchos. A Singer hay que debatirlo, no destruirlo. Pero no es el abuelito de Heidi que trata de hacer creer la Fundación BBVA, que ha premiado a un utilitarista defensor del animalismo radical, el infanticidio eugenésico y, pero esto lo dejamos para otra ocasión, la eutanasia no voluntaria.

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