Javier Arias Díaz, decano de Medicina de la Complutense te cuenta por qué formar más médicos no soluciona el problema

Javier Arias Díaz

Los médicos se han cansado de aguantar y de acatar la ley de silencio sobre las condiciones en las que hacen su trabajo. Hace semanas -meses en algunas comunidades- que dijeron basta a la masificación de las consultas, a las plantillas cortas, a las vacantes sin cubrir, a pasar la consulta a matacaballo, a sueldos muy por debajo de los que se pagan en los países vecinos…

Fuente: ElCoinfidencial.com  Autor: Ángeles Gómez

Javier Arias Díaz: “Formar más médicos no soluciona el problema”

Javier Arias Díaz (Granada, 1959) conoce a fondo todas las caras del problema: como cirujano (en dos grandes hospitales), como gestor (en el Instituto de Salud Carlos III), como investigador y profesor universitario, como decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid -la mayor cantera de nuevos médicos del país- y, ahora, como aspirante a rector de la UCM. Es parte del problema y de la solución.

En octubre, los ministerios de Universidades y de Sanidad propusieron incrementar un 15% las plazas de nuevo ingreso en el grado de Medicina para paliar la “supuesta falta de médicos; una medida unilateral que no soluciona el problema”, sostiene la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina Españolas. Arias la califica de “propuesta populista y poco eficaz. Pensar que esa es la solución es una falacia”.

PREGUNTA. Que faltan médicos es una idea muy extendida y a la que han contribuido los propios facultativos con sus denuncias. Si realmente es así, ¿por qué los decanos se resisten a admitir a más alumnos?

RESPUESTA. A raíz de un exceso de médicos en los años 80 del siglo pasado, en 1994 se instauraron los numerus clausus y se restringieron las plazas de MIR (médico interno residente). Lo que se ha generado en todo este tiempo ha sido no tanto un déficit de médicos como de especialistas en determinadas áreas y mayor en unas regiones que en otras.

En general, faltan médicos de familia, ya que es una especialidad poco atractiva debido a que las condiciones de trabajo son duras por el déficit de estabilidad y por la escasez de tiempo para atender al paciente y ejercer su función de manera ajustada a la deontología médica. Sin embargo, tienen la posibilidad de mejorar su estatus marchándose fuera de España, entrando a trabajar a los servicios de urgencias hospitalarias o ejerciendo en la privada.

El problema de aumentar el número de estudiantes de medicina es que cuando completen su formación para ejercer habrán pasado, al menos, 11 años (desde su ingreso en la facultad hasta que terminen el MIR). Para entonces, las previsiones ya indican que habrá un superávit de especialistas motivado por los cambios demográficos.

Por tanto, en este momento, lo que hay que mejorar son las condiciones de trabajo de los médicos de familia y de los pediatras, sobre todo. Con esto se paliaría de una forma importante el trasvase de estos facultativos a la medicina privada, a los servicios de urgencias hospitalarias o fuera de España.

Cuando puedan ejercer los alumnos de hoy, habrán pasado 11 años y para entonces, por los cambios demográficos, habrá exceso de médicos

P. ¿La falta de atractivo de la profesión es solo para los médicos de familia y pediatras de atención primaria?

R. El problema también afecta a otras especialidades y otras regiones, pero lo más acuciante es la primaria. Es cierto que en el MIR hay plazas de atención primaria, pero hay veces, como ocurrió el año pasado, que quedan muchas vacantes. Por tanto, además del éxodo de médicos de familia y pediatras, hay falta de atractivo para los médicos en formación.

Es un tema complejo y proponer la solución aumentando las plazas de acceso al grado de Medicina resulta populista porque es una propuesta fácil de lanzar para un político y, sin embargo, poco efectiva.

La previsible inutilidad se va a manifestar dentro de mucho tiempo, con lo cual, para el político, es una propuesta mucho más barata que mejorar las condiciones de los médicos actuales; además, contenta a la población y a algunos sectores que piensan que es injusto que chicos que tienen vocación de médicos no puedan entrar porque la notas de corte son muy altas.

Mejor repetir examen que coger Familia

P. Cuando usted aprobó el MIR, a principios de los años 80, se presentaban más de 22.000 aspirantes para 1.400 plazas. Ahora, hay casi tantas plazas de MIR como candidatos, por lo que muchos, si no consiguen en una convocatoria la especialidad que prefieren, lo vuelven a intentar al año siguiente. Es un sistema un poco perverso

R. Sí. Por eso, la única solución para hacer más atractivo el ejercicio de los médicos de primaria es mejorar sus condiciones y la estabilidad laboral. También se ha propuesto la idea de ampliar el tiempo de formación de la asignatura de Medicina de Familia, para que los estudiantes la conozcan mejor.

Pero a los alumnos no se les puede engañar, y cuando hacen prácticas en los centros de salud, allí ven en qué condiciones trabajan los médicos. Por mucho que les podamos contar en la facultad que la práctica de la medicina de familia es gratificante, el estudiante está siendo testigo directo de lo contrario.

P. La medicina de familia está mejor vista por los médicos de hospital que por los estudiantes…

R. Hay gente muy vocacional y buenísima que puede elegir lo que quiera y prefiere medicina de familia, porque se sienten atraídos por lo que significa en cuanto a cercanía con el paciente, seguimiento, etc. Pero una gran parte de los estudiantes, cuando elige especialidad está pensando además en las condiciones laborales y en un proyecto de vida (una hipoteca, formar una familia, etc).

P. En su opinión, ¿realmente se justifican las notas tan altas que se piden para entrar en una facultad de medicina, y particularmente en la suya (13,4 puntos)?

R. El problema de base es que formar un médico es muy caro, la universidad pública se financia con impuestos y para dar la posibilidad de estudiar medicina a todo el que quiera, se tendrían que subir muchísimo. Además del despilfarro de dinero público que implica, si se forman más médicos de los que se necesitan, se les condiciona desde el principio a salir fuera de España, de forma que con dinero público de los españoles se satisface el deseo de algunas personas de estudiar medicina, pero la formación no revierte en la ciudadanía española, sino que acaba beneficiando a otros países que se han ahorrado el invertir en la formación médica.

“¿Cómo seleccionas a los alumnos por vocación? No hay manera. La única forma de hacerlo es imperfecta, y es por las notas de corte”

Haciendo un razonamiento inverso: como en la universidad pública las plazas de medicina son limitadas, hay que hacer algún tipo de selección. ¿Cómo seleccionas por vocación? No hay manera, y podría considerarse más justo el recompensar a los que más se hayan esforzado. La única forma de hacerlo es imperfecta, y es por la notas de corte, que suben mucho para las carreras más demandadas.

El reto de evitar la fuga de sanitarios

P. Ha dicho que se forman a médicos con dinero público y luego se marchan al extranjero. ¿Qué habría que hacer para retenerlos?

R. En otros sectores se puede hacer. Por ejemplo, un piloto se puede formar con recursos públicos en una academia del Ejército del Aire, pero se le exigen después unos años de permanencia para retornar a la sociedad el beneficio que ha aprovechado, al ahorrarse una academia privada. En España no ocurre igual para Medicina.

En otros países se obliga a los egresados a ejercer la medicina rural durante un año en alguna zona poco poblada, con lo cual se está regresando a la sociedad parte de lo invertido en su formación. Pero aquí no tenemos mecanismos de retener a los egresados más allá de incentivarlos. Por eso, se refuerza la necesidad de limitar las plazas, porque cuantos más médicos se formen, más se está invirtiendo y todo el exceso, y algunos más, se van a marchar.

P. ¿Usted es partidario de adoptar alguna de estas iniciativas?

R. Se necesita un debate sereno; en principio, sí, pero teniendo en cuenta que tendrían una parte injusta: la carrera que más años de formación necesita para ejercerla (seis de facultad, y luego un examen y después una especialización para ejercer). La exigencia de esta trayectoria es tremenda y los médicos tienen que esperar muchos años para lograr una estabilidad profesional y poner en marcha un proyecto personal.

P. Por otra parte, es lo que les pasa a muchos jóvenes de otras profesiones…

R. Sí, es verdad que hay mucho trabajo eventual, pero empiezan a obtener ingresos relativamente pronto. Sin embargo, para empezar a tener ingresos en medicina, se necesitan los 6 años de carrera y aprobar el MIR. Aparte, como todo, las notas que se exigen para estudiar Medicina son mucho más altas que para otras disciplinas. Todo tiene matices. Yo, como médico, apostaría por incentivos mayores.

P. Tal y como lo plantea, parece que puedan aspirar a ser médicos jóvenes con una buena posición económica, que les permita estudiar muchos años y sin trabajar…

R. No necesariamente. Se necesita también acceder a la especialización. El examen MIR actúa como filtro y nos iguala a todos. El examen MIR ha sido un enorme logro en ese sentido porque ha permitido una equidad en el acceso, basado en el esfuerzo.

Calidad de los títulos

P. Hablando del examen MIR, muchos piensan que es un modelo a seguir para el acceso a las facultades de Medicina, ya que igualaría a todos los estudiantes con independencia de la comunidad autónoma en la que hayan cursado el bachillerato.

R. Sí, sería más justo, porque todos sabemos que puede haber diferencias notables entre las notas medias de estudiantes procedentes de distintas comunidades autónomas.

“La imagen de un sistema de salud se puede deteriorar en el momento en que deje entrar elementos con sospecha de déficit de formación”

Se podría hacer por varios mecanismos: una ponderación, un examen nacional, también se ha propuesto hacer un examen de competencias relacionales o humanísticas… En Cataluña han llevado a cabo recientemente un proyecto piloto de competencias para filtrar a estudiantes, no solo por la nota de la EBAU, sino también teniendo en cuenta un cuestionario de personalidad, sobre la base de que, para ser médico, se necesita un trato muy humano con el paciente y eso no lo puede hacer cualquiera (hay gente muy cerebral, incluso autista, que es capaz de hacer un examen muy bueno).

P. Lo que parece es que la falta de médicos es un laberinto que tiene como única salida, a corto plazo, traer facultativos extracomunitarios…

R. Ese es otro problema muy grave, porque la calidad de los títulos expedidos por las universidades españolas (públicas y privadas) es muy superior a la de la media de determinados países extracomunitarios. De hecho, hay cierta inquietud en Europa porque hay médicos que homologan sus títulos en España y después se marchan a Francia o Alemania, que tienen procesos de homologación más exigentes. Al final no conseguimos nada más que dar mala imagen en el exterior.

P. Y el miedo a aumentar las plazas se sustituye por el posible exceso de médicos importados

R. La desventaja es que algunos de los que entran no están tan bien formados, y la ventaja de que no has pagado la formación. Todo tiene su lado positivo y su lado negativo. Sería lamentable que, en el futuro, alguien que acuda a un centro de salud tenga que preguntar al médico dónde ha estudiado.

En Estados Unidos, eso se mira mucho: un licenciado en Medicina pone el apellido de la universidad donde ha obtenido el título, y los potenciales pacientes saben lo que significa ser licenciado por Harvard, por ejemplo. Lo que quiero decir es que la imagen pública de un sistema de salud tan bien estructurado como el nuestro, con una bien merecida fama de médicos muy bien formados en nuestras universidades, con muchas prácticas y un examen MIR impecable, se puede deteriorar en el momento en que el sistema deje entrar masivamente elementos con sospecha de déficit de formación.

La calidad es cara, ¿hay dinero para todo?

P. ¿Cómo ve el futuro de la profesión médica?

R. No soy muy optimista. En mi opinión, el político se divide entre lo que tiene coherencia y lo que es el aspecto populista, que es lo que la población demanda y que no siempre coincide con lo que es lógico.

En un sistema de salud de calidad (que por definición ya es caro) hay aspectos que no son tan importantes como otros y, sin embargo, son muy caros. Por ejemplo, tener un centro de salud en cada esquina es un lujo importante que, al final, puede suponer un recorte inevitable en otros servicios potencialmente más críticos.

Yo, como enfermo, lo que quiero es curarme y no me importaría ir más lejos con tal de recibir una mejor atención. Sin embargo, muchas veces lo que se vende es lo contrario, que haya un centro de salud al lado, y eso está muy bien, pero es más importante lo otro.

“Un sistema muy bueno y universal puede llegar a ser insostenible con recursos públicos. Tenemos un sistema de salud que es un lujo”

Son temas que no se venden bien políticamente, pero son así. Un sistema muy bueno, universal y en cada esquina puede llegar a ser insostenible con recursos públicos. Tenemos un sistema de salud que es un lujo, y debemos cuidarlo porque es un recurso escaso, dificil de repetir y de encontrar en otro lugar, con lo cual es mejor mantenerlo funcional. Es una riqueza que hay que preservar.

P. ¿Piensa que la bondad de nuestro sistema de salud está cayendo?

R. Por un lado sí y por otro no. Por un lado, prácticamente todas las novedades técnicas y farmacológicas se incorporan en tiempo razonable, pero, por otro lado, hay un coste importante y son las listas de espera para procesos banales y, sobre todo, para procesos diagnósticos, lo que puede suponer pérdida de ventana de oportunidad para la curación de algunas patologías, como las tumorales. El sistema no da para todo.

P. La solución por la que optan muchas personas es coger un seguro privado…

R. Sí, para la cosas pequeñas, el seguro privado, y para las difíciles, la sanidad pública. Pero ya estamos destruyendo una de las cualidades principales de nuestro sistema de salud que es la equidad. Quien tenga recursos espera menos tiempo para operarse. Esta es la traducción.

Además de la inequidad que supone dicho deterioro del sistema, hay un efecto secundario perverso, una peor salud de la población en general, un retraso en el acceso al tratamiento de enfermedades infecciosas o vacunas, aumentará la circulación y mutación de patógenos que acabarán afectando también a los sectores más acomodados, independientemente de la calidad de la atención médica que crean poder permitirse pagar.

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