Estas historias reales desmontan el principal argumento abortista: la violación

Estas madres coinciden en que los niños concebidos por violación son completamente inocentes. Después de todo, -aseguran- la presencia del bebé se convierte en el mejor de los remedios.

Ana Fuentes-Actuall 22/11/17

Historias reales desmontan el supuesto de violación en la ley del aborto.

Muchos políticos se escudan en el supuesto de violación para sacar hacia adelante leyes pro-aborto. Sin embargo, las asociaciones provida denuncian esta ‘trampa’ mostrando historias reales de mujeres que se quedaron embarazadas por una violación y decidieron no abortar.

Ellas son felices, no se arrepienten de lo que han hecho y aman a sus hijos. Además, estas madres coinciden en que los bebés concebidos por violación son completamente inocentes.

Stephanie Grey recoge en Salvar el 1 los testimomios de algunas de estas mujeres:

Con frecuencia, se oye argumentar:

El aborto es necesario en aquellos casos en los que mujer es víctima de una violación y ha quedado embarazada”.

De todas las justificaciones que he oído sobre el aborto, ésta es, con diferencia, la más frecuente. Recordando una reciente entrada en el blog y la reseña del libro Una pregunta más bonita (A more beautiful question), me gustaría cuestionar esta afirmación con una serie de preguntas.

En qué se fundamenta este apoyo concreto al aborto? ¿Se basa en la afirmación que han hecho víctimas de violación que quedaron embarazadas y han dado luz a sus hijos? ¿O se basa en las declaraciones de víctimas que nunca han quedado embarazadas en una violación o tenido abortos? ¿Es posible quedarse embarazada después de una odiosa agresión sexual y aún así amar al bebé que se ha concebido?

Stephanie Grey es una conferenciante que conoce a muchas mujeres que fueron víctimas de violación.

Consideremos las historias de Amanda Berry, Gina DeJesus y Michelle Knight.

Estas tres mujeres fueron secuestradas (a las edades de 16, 14 y 21 años, respectivamente) y sufrieron violaciones diarias y otras torturas horrorosas a manos de Ariel Castro. Sobrevivieron más de una década recibiendo abusos inhumanos en su casa de Cleveland, Ohio.

Amanda quedó embarazada tres veces durante su cautiverio. ¿Cuál fue su reacción?

En la primavera de 2006 supo a través de las noticias que su madre había fallecido de un ataque al corazón.

Poco después, descubrió que estaba embarazada y escribió en su autobiografía: “Pienso que mi madre me envió este bebé. Fue su modo de regalarme un ángel. Alguien que me ayudara a recuperarme y me diera una razón para luchar”.

Ariel Castro

Ciertamente, en el libro Experiencias de supervivencia en Cleveland, que escribió con su compañera Gina, ellas se refieren así al bebé de Amanda concebida en violación: “Jocelyn Berry fue nuestra inspiración diaria. Hizo que aquel lúgubre lugar pareciera más luminoso y, en muchos sentidos, nos ayudó a superarlo”.

Amanda: “Me preocupaba pensar que si yo tenía aquel bebé me recordaría a mi agresor por el resto de mi vida. Pero no es así”

Amanda también escribiría de su hija Jocelyn: “Me preocupaba pensar que si yo tenía aquel bebé me recordaría a mi agresor por el resto de mi vida. Pero no es así. Esta pequeña es mi bebé. Todavía soy muy pequeña, quizás pesó unos 50 kilos, menos que cuando llegué aquí, pero mi estómago me parece enorme. Me siento más como un ‘nosotros’ que como un ‘yo’. Cuando me encuentro triste o más deprimida de lo habitual, o cuando él (Castro) se comporta de modo desagradable y mi esperanza se desvanece, entonces me acaricio el vientre y le hablo a mi bebé”.

Después de dar a luz en aquella habitación de tortura escribió también: “Me acurruco en la cama con mi nuevo bebé. Mientras mi captor encadena mi tobillo a la cama, pienso en mi hija, nacida en esta prisión y en quién es su progenitor. Pero procuro centrar mi pensamiento en imágenes más felices; ella parece rebosar de salud y es tan hermosa… Voy a protegerla y ya veremos lo que el futuro nos depara”.

Castro embarazó a Knight hasta cinco veces y la golpeó cada una de ellas, hasta matar a los bebés que había concebido

La experiencia de su compañera de calvario, Michelle Knight, fue muy distinta. Castro la embarazó hasta cinco veces y la golpeó cada una de ellas, sucesivamente, hasta matar a los bebés que había concebido. De hecho, Castro fue acusado de asesinato con agravante en cuatro de los supuestos.

La decisión del jurado ante estos cargos nos lleva a unas cuantas preguntas importantes: ¿Está mal matar por quien mata o por quien es asesinado? Si la muerte de esos bebés concebidos en violación supuso un delito para Castro, ¿no lo serán también para cualquiera que mate a bebés también concebidos en violación? ¿Se fundamenta el Derecho humano a la vida en ser un ser humano o en las circunstancias según las cuales una persona fue concebida?

En su autobiografía Encontrándome: Una década de Oscuridad, una vida recuperada (Finding me: A Decade of Darkness, a Life Reclaimed), Michelle escribe que cuando su verdugo la atacó con unas pesas porque estaba embarazada, ella gritó: “¡Para! Por favor, ¡No mates a mi bebé!”.

En otra ocasión en que la pateó el estómago para matar a otro bebé que había concebido, ella escribió: “Me levanté y fui al lavabo. Al rato metí la mano en el retrete y saqué a mi bebé muerto. Sollocé… La muerte me habría hecho sentir mejor que ver a mi propio hijo destrozado. Vi al feto en mis manos y le dije cuánto lamentaba aquello. Lo sentía muchísimo. Él no se lo merecía”.

Consideremos también la historia de Jaycce Dugard. La secuestraron Phillip y Nancy Garrido en California cuando sólo tenía 11 años de edad y la tuvieron encerrada durante 18 años. También sufrió violaciones y otro tipo de horrorosas vejaciones.

Dugard: “La conexión que siento con este bebé cada vez que se mueve en mi interior es un sentimiento increíble”

Tuvo a su primer hijo a los 14 años y a un segundo bebé a los 17. Ella escribe de sus dos hijas concebidas en violación en el libro Una vida robada: Mis recuerdos (A Stolen Life: a memoir):“Tuve a mis hijas para que me dieran fortaleza” y “les estoy muy agradecida”. De su primer embarazo diría: “La conexión que siento con este bebé cada vez que se mueve en mi interior es un sentimiento increíble”.

Jaycee también escribió: “¿Cómo logras superar algo tan doloroso como todo aquello que yo viví? Simplemente lo haces. Yo lo logré porque no me quedaba otro remedio. Y lo haría de nuevo. Lo más precioso en el mundo para mí nació de aquel horror… mis hijas”.

Alguien podría argumentar que esas mujeres sufrieron agresiones y alumbraron a sus bebés mientras se encontraban en cautiverio. Ello explicaría que esas nuevas vidas supusieron una luz de esperanza en aquel entorno de sufrimiento y oscuridad que estaban viviendo; sin embargo, para las víctimas de una violación que no sufren ese entorno vejación, un hijo supone un recordatorio doloroso e innecesario.

Como respuesta a este planteamiento, podríamos considerar el testimonio de mi amiga Lianna. Fue secuestrada y violada a la edad de 12 años. Después de aquella agresión se dio cuenta de que estaba embarazada.

Lianna Rebolledo

Un médico le ofreció la posibilidad de abortar y ella le preguntó si aquello iba a borrar la violación y disminuiría su dolor y sufrimiento. Cuando el doctor le dijo que el aborto no iba a borrar nada ella pensó: “Si el aborto no va a sanar nada, no veo la razón de hacerlo”.

Decidió seguir adelante con el embarazo y dio luz a una hermosa niña a la que está enormemente agradecida.

Lianna quedó tan traumatizada por la violación que consideró la posibilidad del suicidio; pero reconoce que no llegó a quitarse la vida porque no quería matar a su bebé

De hecho, Lianna quedó tan traumatizada por la violación que consideró la posibilidad del suicidio; pero reconoce que no llegó a quitarse la vida porque no quería matar a su bebé. En efecto, aquella niña concebida en la violación resultó la motivación para continuar viviendo y siempre dice que su hija le salvó la vida.

Ciertamente, no negaré que no todo el mundo reaccionará de la misma manera llegado el caso. Consideremos el genocidio de Ruanda donde se dieron violaciones masivas: se estima que unas 200.000 mujeres fueron violadas y 20.000 de ellas quedaron embarazadas.

Una superviviente, Jacqueline, fue asaltada por un grupo de violadores y quedó embarazada de su hija Angel. Aunque inicialmente quedó traumatizada por la terrible agresión (como también por el asesinato de su marido e hijos), de hecho, intentó envenenarse y también a su hija cuando todavía era una bebé; finalmente, recibió apoyo y empezó a amarla hasta el punto de considerar que Angel había sido un regalo de Dios.

Con la ayuda y el apoyo correctos, es posible llegar a distinguir la inocencia de un bebé de la culpa de un progenitor. Después de todo, la presencia del bebé concebido en violación se convierte en el mejor de los remedios.

Otra pregunta a tener en cuenta es ésta: ¿Desviolará a una víctima el hecho de abortar?

La respuesta a esta pregunta es obvia. Recuerdo que en una ocasión puntualicé que, quede o no embarazada una víctima de violación, el asalto ya es de por sí un trauma que no desaparece. Una víctima de abusos sexuales me confesó: “Cierto, hace ya diez años que sucedió y sigo cada día con ello”.

Así, la siguiente pregunta a plantearnos es ésta: ¿Qué resulta más duro: ser un inocente al que se ha maltratado o maltratar a un inocente?

Mi amiga Nicole Cooley quedó embarazada después de una violación y abortó. Ella dijo: “Para mí, tener aquel aborto supuso ser violada de nuevo, incluso peor, porque en aquella ocasión yo consentí a la agresión”.