CONCLUSIONES MESA REDONDA GRANADA. 8 DE MAYO DE 2014.

El pasado día 8 de mayo tuvo lugar la celebración de una Mesa redonda en el salón de actos del edificio ONCE de Granada, con el título “El derecho a la vida en la encrucijada: la reforma de la ley del aborto”.

D. Alejandro Navas, profesor de Sociología Política, empezó el turno de intervenciones explicando cómo el aborto es un fenómeno complejo, en el que se advierten diversas dimensiones:
• Política. Se trataría de un temor del Occidente envejecido a verse desbordado por un Tercer Mundo joven y mucho más poblado. Así, el aborto -encubierto bajo la rúbrica “salud reproductiva”- es un elemento que no falta en las políticas de ayuda al desarrollo aplicadas por la ONU y la UE
• Económica. Se puede comprobar que hay un importante negocio, que mueve muchos millones, en torno a la vida: anticoncepción, aborto, fecundación asistida. Cuando hay tanto dinero en juego, las barreras legales y morales caen con facilidad
• Cultural. Hablaríamos del desprecio a la vida -lo que se viene llamando “cultura de la muerte”-, alimentado de factores como la libertad entendida modernamente como emancipación; el poder asociado a la ciencia y a la tecnología modernas -saber es poder-; las consecuencias de la revolución sexual del siglo XX; la “santidad de la vida” deja paso a la “calidad de la vida”.
En este último sentido, destacó que la “cultura de la muerte” cuenta con poderosos apoyos, pero su imperio no es definitivo. En Estados Unidos está en retroceso. Gallup viene realizando desde hace cuarenta años una encuesta anual para medir los apoyos respectivos a las posiciones abortista (pro choice) y provida (pro life) y, desde 2013, la mayoría de la población norteamericana se declara “próvida” (48 % frente a 44 %).
El Profesor Eduardo Martínez Manzanares, catedrático de Microbiología de la Universidad de Málaga, destacó que establecer el inicio de la vida humana no es una cuestión de creencias, o de formas de pensar, porque en los últimos años se han acumulado pruebas irrefutables de que la vida humana está presente en el cigoto. Desde el primer instante, queda definido el plano general de desarrollo del ser recién concebido. Así, su identidad genética es única e irrepetible, y está determinada por la combinación de los genes que recibe de sus padres. Antes del embrión no existen más gametos.
El momento de la anidación (implantación) no supone cambios en la esencia o existencia del embrión. A partir de ese momento, se acentúa la relación y dependencia entre embrión y ambiente materno.
Señalaba así mismo que hay quien opina que la condición humana de la vida naciente depende de la individualidad del embrión. Así, entienden que no se ha de conceder la condición de vida humana a algo que no tiene garantizada la formación de un único individuo.
Fuera de los ambientes científicos (por ejemplo, la legislación española sobre técnicas de reproducción asistida), algunos sostienen que existe el preembrión, como un estadio definido en la evolución del embrión previo a la implantación, donde el embrión aún no tendría la condición ni la dignidad que corresponde a cualquier ser humano, y por tanto, se puede investigar con él, sacrificarlo, incluso. A éstos habría que decirles que si entienden que lo que están sacrificando un preembrión, están terminando no sólo con una vida humana, sino potencialmente con más de una.
Por último, la doctora Dolores Jurado, insistió en que es necesario aumentar los estudios de investigación para demostrar el daño que produce el aborto en la salud mental de la mujer. Añadió que estos estudios (ya significativos y elaborados, desde 2008 por científicos de prestigio internacional) son muchas veces silenciados o despreciados en la información previa que se facilita a la mujer. Concluyó que, una vez que este daño sea reconocido, la aceptación social del aborto habrá comenzado el camino hacia su final.

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