Los Nueve que deciden quién vive y quién no: Baleares anuncia quién integra su comisión de eutanasia

(Ref religionenlibertad.com)

Son 4 médicos, 4 juristas y una enfermera. En parejas (un sanitario con un jurista) decidirán si se eutanasia o no a tal o cual enfermo que lo solicita. Si no se oponen de acuerdo, lo decidirán entre los nueve. Los Nueve. Hace pensar en los Nueve Espectros del Anillo de Tolkien: eran hombres al principio, pero su atracción por el mal los convirtió en espectros huecos.

Baleares es la primera comunidad autónoma que ha anunciado los nombres de aquellos hombres y mujeres que, desde la Comisión de Eutanasia, decidirán quién vive y quién muere. Dedo arriba, dedo abajo. En otras comunidades autónomas la comisión puede tener otro número de miembros, pero como mínimo han de ser 7.

Aquí los ha elegido la consellera socialista de Sanidad, diplomada en enfermería, Patricia Gómez Picard. Ella les ha dado poder sobre la vida y la muerte. El diccionario de la Real Academia dice que la enfermería consiste en “el cuidado y atención de enfermos”. Ahora incluye nuevas tareas, parece.

Un poder que nadie ha tenido durante 45 años

El poder de los Nueve es un poder radical, en el que un error no se puede solucionar: el paciente ya está muerto. ¿Y si un mes después se descubre un fármaco que podría haber ayudado mucho al eutanasiado? ¿Y si semanas después de eutanasiarlo se descubre que se había ejercido coerción o coacción sobre el enfermo para que pidiese la eutanasia? No hay vuelta atrás: ya está muerto. Matar tiene eso, que es algo definitivo. También tiene la ventaja de que el muerto ya no se queja, pero los vivos pueden quedar atrás, heridos.

Estos hombres tendrán un poder insólito que nadie tenía en España desde 1975, cuando fueron condenados a muerte y fusilados 5 terroristas, por decisión de un tribunal. Desde entonces, nunca en la España democrática un grupo de hombres y mujeres había recibido poder para elegir en comité a quién se puede matar legalmente y a quién no. (En el aborto legal se mata mucho, pero no por decisión de unos servidores públicos encargados por el Estado).

Repasemos quiénes son los Nueve (listado de cargos publicado en Ara Balears):

Los cinco sanitarios

– Oriol Lafau Marchena, coordinador autonómico de Salud Mental, experto en psiquiatría infantil, jefe de la Comisión (aquí daba unos consejos para dormir bien… ahora es inquietante)
– Joan Santamaría Semis, coordinador de la unidad de curas intensivas del Hospital General de Palma; sabe de paliativos (el único de la Comisión, parece)
– Ana Maria Espino, jefa del servicio de Neurologia de Son Llàtzer; sabe de enfermedades mentales
– Joan Pou Bordoy, coordinador del centre de Salut del Camp Redó; sabe de medicina general y gestión de recursos
 Yolanda Muñoz Alonso, enfermera y profesora de la UIB

Los cuatro juristas

– Laura Monserrat Calbó, abogada experta en bioética;
– Juan Marqués Pascual, abogado y técnico experto en normativas del Servei de Salut autonómico;
 Josep Aguiló Regla, catedrático de Filosofía del Derecho;
– María del Carmen Tomás-Valiente, abogada y profesora de Derecho penal de la UIB

Como miembros suplentes están: Onofre Sans Tous, José Manuel García Mena y María Antonia Mas Cantallops.

No está muy claro si los 4 juristas están ahí para proteger a los enfermos y vulnerables o para escudar a los eutanasiadores y a las Administraciones.

Se juntan un médico y un jurista y deciden a quién se eutanasia

La ley dice que es una pareja de un sanitario y un jurista quienes deciden sobre el caso que llega a su mesa y deben hacerlo rápido. Por lo general, a menos que se decreten reglamentos internos más exigentes, parece que se limitarán a mirar la información en un mail o un sobre y quizá hacer una llamada telefónica con algunas preguntas al médico “responsable” (que puede ser el eutanasiador).

¿Es eso garantía suficiente de que no ha habido coacción, coerción o ‘gaslighting’ (manipulación sutil) sobre el enfermo que pide que le maten?

El coladero del “sufrimiento psíquico” parece especialmente relevante, y ahí es esencial el papel de Oriol Lafau, el psiquiatra del equipo.

Los 5.000 baleares con problemas mentales graves, ¿son eutanasiables?

Como coordinador de Salud Mental en las Baleares explicaba en 2016 que hay en las islas unas 9.000 personas con enfermedades mentales “graves, como algún tipo de psicosis o bipolaridad”. En 2019 decía que son unas 5.000 personas las que tienen “patologías más graves como esquizofrenias y trastornos bipolares”.

Y están los suicidas71 suicidios consumados en 2018; 103 en 2017…

¿Es eutanasiable toda esta gente?

Según la ley de eutanasia, se requiere “consentimiento informado”, definido como “conformidad libre, voluntaria y consciente del paciente, manifestada en pleno uso de sus facultades”. ¿Tienen pleno uso de sus facultades esos 5.000 o 9.000 ciudadanos de Baleares? ¿Lo decide Oriol Lafau caso a caso? ¿Decide quién puede decidir matarse?

La ley también habla de «padecimiento grave, crónico e imposibilitante», lo que incluye, dice “sufrimiento físico o psíquico constante e intolerable para quien lo padece”; y habla también de «enfermedad grave e incurable» como la que “origina sufrimientos físicos o psíquicos constantes e insoportables sin posibilidad de alivio que la persona considere tolerable”. El grado de subjetividad de estas definiciones es enorme.

Imaginemos que una pianista pierde 6 dedos en un accidente y dice que ya no puede vivir sin su música, sin tocar el piano y pide la eutanasia. ¿Se le da terapia psicológica o se le da un fármaco letal? ¿Y una mujer que perdió a su familia en un accidente?

En general, a quien tiene fabulaciones suicidas y alega “sufrimiento psíquico que no considero tolerable”, ¿se le ha de facilitar la dosis letal?

¿Y si Oriol Lafau y su pareja jurista son ‘permisivos’ pero los otros juristas no ven tan claro el caso? ¿Pueden detectar el caso, bloquearlo o llevarlo a Fiscalía? En España aún existe el delito de cooperación al suicidio.

En Bélgica se está juzgando el caso de Tine Nys: una psiquiatra eutanasiadora le diagnosticó trastorno de espectro autista y 4 meses después la eutanasiaban (vea aquí más detalles feos). Su familia reaccionó después: dicen que Tine merecía terapia, no inyección letal. ¿Puede hacer eso Oriol Lafau o los psiquiatras que le envíen informes?

Preguntas infinitas: es un territorio nuevo… y muy siniestro

Las preguntas son infinitas. ¿Cómo se sabe en psiquiatría que “no había perspectiva de mejora”? ¿Y si eutanasian a un enfermo psicótico y dos años después descubren un fármaco muy eficaz contra sus síntomas? ¿El principio de prudencia no aconseja no matar?

¿Sabe la Comisión cómo afectará a la psique de los eutanasiadores el hacer eutanasias? ¿Cómo se previene que los eutanasiadores no sean, precisamente, personas con trastornos mentales, por ejemplo, del espectro narcisista?

¿Cómo afectará a los miembros de la comisión ese poder radical para decidir quién vive y quién muere? Según el decreto balear, el cargo en la comisión dura un año, renovable por otro, y tras un año de descanso, se puede ser reelegido. ¿Pasará mucha gente por la comisión o se creará un núcleo de corazón endurecido?

¿Qué formación recibirán los eutanasiadores para realizar su novedoso ‘oficio’? Sanidad del País Vasco ha anunciado que lo resolverá enviando unos vídeos para ver desde casa.

¿Quién controlará de verdad a la Comisión de control? La experiencia belga es que no hay control (como explica el Informe Gante 2021). En Bélgica en 2002, tras 21.000 casos declarados (se considera que hay un tercio más que los médicos no se molestan en declarar) sólo 2 han llegado a los tribunales. ¿Eso es un control absoluto o una absoluta falta de control real?

Y siguen las preguntas. Según la ley, la eutanasia se ha de aplicar en un hospital o en la residencia del solicitante. ¿Y si es un anciano que reside en una residencia católica de ancianos o enfermos? ¿Vendrán los eutanasiadores con su maletín negro y policías si las monjas se niegan a abrirles?

La ley dice que hay que acompañar y asistir al solicitante hasta que se le administra la dosis letal. Pero imaginemos que se le da un botecito con las pastillas para que se las tome él mismo (suicidio asistido). ¿Hay que estar ante él hasta que se las tome, como coercionándole y metiendo prisa?

En otros países (Oregón, por ejemplo), mucha gente guarda las pastillas (“la cajita negra”) en un cajón, deja pasar meses o años y hasta un tercio acaban muriendo de forma natural. ¿O esa ‘asistencia’ puede ser enviarle una caja por correo y decirle “si necesitas algo me llamas o envías un mensaje al Whatsapp“?

Y están las dudas sobre los efectos psíquicos en la familia de hacer la eutanasia en el hogar. Por un lado, si hay coerción (si la familia presiona al abuelo ‘amablemente’ para que deje de ser una carga) preferirá hacerla en casa, sólo con el eutanasiador, sin molestas enfermeras, recepcionistas, celadores, pacientes, etc… que pueden ser incluso fastidiosos provida o seguidores de la ética hipocrática.

Por otro lado, ¿cómo nos afecta saber que ‘en esta habitación dimos su inyección al abuelo’?

Imaginemos un adolescente depresivo, quizá con tendencias destructivas: ‘me han dado la habitación donde mis padres y un médico mataron a mi abuelo’. ¿Afecta esto a la psique de una familia?

(Quien quiera explorar más preguntas incómodas pero necesarias puede leer las del Comité de Bioética del Colegio de Médicos de las Islas Baleares).

Los Nueve de Baleares -y los de otras comunidades- van a ir explorando y cartografiando el tétrico, oscuro, mundo del matar enfermos. Tienen que ofrecer un informe cada año. Cabe imaginar que no será edificante.

Aquí el decreto oficial sobre la constitución de la Comisión de eutanasia de Baleares

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