Presidente Comité Bioética: ley eutanasia convierte la excepción en derecho

(Ref lavanguardia.com)

Logroño, 28 ene (EFE).- El presidente del Comité de Bioética de España, Federico de Motalbo, ha explicado a Efe que el peor efecto de la ley orgánica de regulación de la eutanasia es el “cambio de cultura” que promulga, al “convertir algo excepcional en un derecho o una prestación” y eso “genera desconfianza”.

De Montalvo participa este jueves en una conferencia “online” organizada por el foro riojano La Bitácora, titulada “En el umbral de salida”, centrada en los aspectos éticos y jurídicos de la ley de eutanasia, que está en tramitación parlamentaria.

“Aunque una ley así se promueva con muy buena intención”, ha considerado que “convertir en un derecho y una prestación algo que es excepcional genera un problema” porque “creamos cultura y no creo que sea tranquilizadora”.

Una ley a la que el Comité de Bioética de España ha manifestado su rechazo, “no porque seamos unos antiguos, unos católicos recalcitrantes o porque queramos que la gente sufra” sino porque “pensamos que el camino que se ha seguido para acabar con el sufrimiento de algunas personas no es el adecuado”.

En primer lugar, “estéticamente, esta ley llega en un momento paradójico”, ha considerado, en alusión a la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias.

“No es que no haya que trabajar para que la gente que sufre deje de sufrir, pero, a lo mejor, hablar de esta ley o reconocer la eutanasia como derecho en un momento tan comprometido y difícil…, no sé”, ha incidido De Montalbo, quien ha cuestionado el “momento” escogido para promover este proyecto.

Ha recalcado que no pone en cuestión la “legitimidad” del Gobierno para promover la iniciativa y de los grupos parlamentarios que la han respaldado, “pero hay cosas que, aunque sean legales, estéticamente no nos parecen lo adecuado”.

Tampoco cree que exista una amplia demanda social de esta ley “aunque en España no se muere bien”, pero no cree “que para arreglar eso la solución sea despenalizar la eutanasia”.

“Cuando se habla de demanda social se alude a que se le ha preguntado a la sociedad, pero se ha cuestionado a mucha gente fuera del contexto de enfermedad y sin tener en cuenta la edad”, ha asegurado, y, en esa situación, “los jóvenes están más a favor mientras que los mayores tienen más reticencias, más desconfianza en pensar si el sistema va a luchar por su vida”.

Ha recalcado que “esta no es una ley que salga con el ánimo de matar. Eso no es verdad. En realidad, surge con un buen fin, el de paliar el sufrimiento”, pero desde el Comité que preside se cree que “el camino para eso no es el adecuado” y “no se resuelve el problema e, incluso, puede agravarlo”.

Para él, “el camino sería el desarrollo de los cuidados paliativos”, aunque “en eso hay que hacer un matiz”, el de regular cómo se prestan estos cuidados a enfermos crónicos que no son terminales pero se encuentran en una situación que les genera sufrimiento y no quieren vivir.

“Lo importante es el fin principal”, que es “acabar con el sufrimiento”, y si para ello “hay un proceso y con él se acaba la vida, puede ser un buen procedimiento” la sedación paliativa, que “en España se hace”; pero “se trata de una decisión clínica, un proceso, no un acto concreto que acaba con la vida”, ha recalcado.

Por el contrario, “si se va directamente a acabar con la vida, no se actúa éticamente bien”, lo mismo que “si se deja sufrir a una persona”, por lo que es más adecuado universalizar un proceso de cuidados que pueda desembocar en una sedación y que “se haga con profesionales formados, que faltan”.

Más allá de la ley en sí, el Comité y otros organismos, ha dicho, ven como preocupante el cambio cultural que propone porque “se ha explicado como un mito, como si fuera una conquista”, y eso es “algo típico de sociedades liberales, donde el individuo es lo primero, lo que importa, y no es propia de un estado social”, ya que “no pone en el centro a los vulnerables”.

Una cultura, ha proseguido, en la que, “a lo mejor, los vulnerables, como no son útiles, pueden verse descartados”, cuando “lo que debería hacer el Estado es buscar los apoyos necesarios para quienes sufren”.

Cuando la ley entre vigor, “para lo que falta tiempo”, los médicos implicados podrán acogerse a la objeción de conciencia, “algo que resuelve su problema individual”, pero “no el cultural”, el de “la desconfianza, el miedo a un sistema que en determinados casos opte más por la eutanasia que por el soporte a la vida de una persona”, ha dicho.EFE

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