Las vacunas contra el SARS-CoV2. Son esperanzadoras, pero es pronto para conocer si funcionarán.

VacunaCovid19

(Ref http://civica.com.es/)

La forma de atacar la enfermedad COVID-19, provocada por el coronavirus SARS-CoV2, ha generado una carrera entre diversas instituciones y laboratorios vinculados a la biotecnología en busca de varias fórmulas de combatirlo, unas preventivas, mediante vacunas o anticuerpos específicos, otras curativas, mediante tratamientos farmacológicos.

En este artículo trataremos el tema de las vacunas, desde la perspectiva de su potencial efectividad, dejando al margen las consideraciones bioéticas que han sido tratadas por los Dres. Justo Aznar [1, 2 ] y Julio Tudela [3] de la Universidad Católica de Valencia en una serie de artículos recientes, y sobre las que nosotros nos propunciaremos más adelante. Baste aquí decir, que las vacunas no han de ser obligatorias, salvo en circunstancias especiales como puede ser una pandemia, pero, en este caso, como adelantamos en el Informe y Declaración de CiViCa sobre el SARS-CoV2,deberán explicarse pormenorizadamente los métodos y demás detalles de su obtención.

Con respecto a las vacunas en marcha, estamos en una fase muy incipiente de una serie de iniciativas y aunque los resultados de las respuestas inmunitarias en los primeros fases de los ensayos clínicos en unos pocos voluntarios sanos, han dado resultados esperanzadores en la generación de anticuerpos, es pronto para conocer su efectividad y su seguridad antes de su utilización masiva en la población.

Los datos sobre lo que se está haciendo en diversos laboratorios están saltando a la opinión pública con demasiada celeridad, cuando aún falta mucho camino por recorrer. Los primeros resultados que se están divulgando provienen de los ensayos de fase I y II de cuatro instituciones que desarrollan la búsqueda de una vacuna prometedora, y detallan cómo algunos voluntarios responden a las pruebas. De momento, la primera etapa se destina a conocer la seguridad en relación con las dosis de administración de los preparados. Es por lo tanto pronto para saber nada sobre su efectividad. Para ello, se requiere pasar a las siguientes fases del ensayo clínico (III y IV) que dará a conocer la eficacia a gran escala con muchos más voluntarios.

Las iniciativas que van por delante en la competición hacia el logro de una vacuna segura y eficaz para prevenir la COVID-19 son fundamentalmente estas cuatro:

Universidad de Oxford, Reino Unido, en colaboración con la compañía farmacéutica ‘AstraZeneca’. Se basa en aprovechar un virus que causa resfriados en los chimpancés, que se ha modificado genéticamente para que no pueda crecer en humanos y para que exprese la proteína S de la ‘espiga’ del coronavirus SARS-CoV2.
Equipo de investigadores de ‘CanSino Biologics’ en Tianjin, China, que están desarrollando vacunas de ‘vector viral’. Aprovechan un virus humano de manera similar al de la vacuna de Oxford. Han publicado sus resultados el 20 de julio en The Lancet [4 – 5].
‘BioNTech’ en Mainz, Alemania, está desarrollando una vacuna basada en ARN con la compañía farmacéutica ‘Pfizer’. El 20 de julio, el equipo dio a conocer datos inmunológicos de personas que habían recibido una prevacuna que contenía instrucciones de ARN para la porción del «dominio de unión al receptor» de la proteína de la espiga [6].
‘Moderna’, una compañía biotecnológica americana de Cambridge, Massachusetts, que desarrolla una vacuna de ARN hecha a base de toda la proteína S de la espiga, en colaboración con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. (NIAID) de Bethesda, Maryland. Algunos detalles de los resultados se anunciaron en un comunicado de prensa en mayo. Es la más avanzada. Comenzará su ensayo de fase III en los Estados Unidos este mes.
De momento, los primeros resultados indican que las vacunas candidatas son ampliamente seguras y pueden producir respuestas inmunes similares a las de las personas que han sido infectadas por el SARS-CoV2. En los cuatro casos indicados, los datos indican que se puede saltar a la prueba de eficacia (a partit de la fase III), en los que ya se utilizarán en mayor número de personas voluntarias, distribuidas en dos grupos comparativos, uno que recibirá la vacuna bajo ensayo y otro, que no será inoculado con la vacuna sino con un placebo. Luego se habrán de comparar las tasas de la enfermedad COVID-19 entre ambos grupos.

En este momento es pronto y aventurado hacer comparaciones entre los resultados de las cuatro iniciativas indicadas. Los datos que se tienen no deben utilizarse para comparar las vacunas directamente. De momento, lo que se tiene es esperanzador y puede utilizarse para conocer cómo funcionan las vacunas o por qué fallan o para priorizar otras vacunas en las primeras etapas de desarrollo y diseñar otras nuevas. Estamos en una fase experimental, muy pegada aún al laboratorio, y dado que es probable que haya múltiples formas de defenderse de la infección, los investigadores tienen que avanzar en el conocimiento de las respuestas inmunes contra el SARS-CoV2. La diferente naturaleza de los tipos de vacunas que se están ensayando hacen difícil la comparación entre ellas.

Los vectores virales

Los datos de las cuatro iniciativas de vacunas han dado como resultado que sus pruebas en una muestra baja de individuos, han provocado algún tipo de respuesta inmune, en general similar a las respuestas observadas en personas que se han recuperado de COVID-19, con efectos secundarios comúnmente vistos con otras vacunas, como dolor muscular, dolor de cabeza y fiebre, pero sin reacciones graves

Los mecanismos de acción de la respuesta inmune

De momento, lo único que se puede sacar en conclusión es su seguridad en todos los casos y la esperanza de que, al pasar a la siguiente fase de los ensayos clínicos ya en mayor número de personas, se demuestre la eficacia contra la COVID-19.

En general, las vacunas lo que hacen es poner a prueba el sistema inmune de la persona frente a los componentes (antígenos) del agente infeccioso, en este caso el virus SARS-CoV2. En el caso de casi todas las vacunas COVID-19, el antígeno, es decir la proteína que han de reconocer los anticuerpos del organismo humano, es la espiga S del coronavirus (ver gráfico), que es reconocida por las proteínas ACE2 de las células humanas a las que ataca. Se trata de generar una reacción frente a la proteína de la espiga (S), que es el componente principal de la vacuna, cómo si se tratara de una infección real del virus completo y anular y destruir el virus en una infección futura mediante los anticuerpos generados.

Los mecanismos de respuesta que se están probando en las pruebas que se han realizado hasta el momento son de dos tipos:

la producción de moléculas de anticuerpos que pueden reconocer y, en algunos casos, inactivar las partículas virales, y
la producción de células T que pueden matar a las células infectadas y promover otras respuestas inmunes, incluida la producción de anticuerpos.
Los cuatro tipos de vacunas en pruebas demuestran que se inducen anticuerpos en una proporción similar a las encontradas en personas que se han recuperado de COVID-19, con bastante variabilidad, por lo que hay que avanzar en el conocimiento de las dosis de vacuna a utilizar.

La respuesta de las células T (principalmente linfocitos T CD4 y CD8), han recibido menor atención en las pruebas realizadas hasta ahora, debido principalmente a la dificultad de su cuantificación. Sin embargo, los datos iniciales sugieren que las células T podrían tener un papel importante en el control de la infección por el virus.

Lo ideal es que la vacuna provoque una combinación de anticuerpos neutralizantes y de células T. Pero, la naturaleza de la respuesta inmune que protege, o no protege, contra COVID-19 se aclarará cuando los ensayos de eficacia arrojen sus primeros resultados.

Expectativas

De momento, es prematuro avanzar un pronóstico sobre qué o cuáles vacunas serán las más eficaces. Las comparaciones pueden verse frustradas por la naturaleza variable de las pruebas que usan los científicos para valorar las respuestas de anticuerpos neutralizantes y de células T. Esto no obsta, para que se promueva una comparación tan pronto como vayan obteniéndose los resultados de las fases más avanzadas de los ensayos. Dada la magnitud del problema de salud y económico generado por la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, Suiza, y la Coalición para la Innovación en la Preparación de Epidemias en Oslo, han brindado apoyo financiero para poder identificar correlatos de protección y poder comparar vacunas.

Referencias

[1] Aznar, J, Algunas aclaraciones sobre las vacunas contra el COVID-19 producidas a partir de células de fetos abortados. Observatorio de Bioética de la UCAV, 17 de junio de 2020.

[2] Aznar, J, Más sobre aspectos bioéticos del uso de la vacuna contra la COVID-19. CiViCa, 17 de julio de 2020.

[3] Tudela, J. Las secuelas del COVID-19: Dilemas bioéticos. Observatorio de Bioética de la UCAV, 16 de junio de 2020.

[4] Folegatti, PM y col. Lancet https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31604-4 (2020).

[5] Zhu, F-C. et al. Lancet https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31605-6 (2020).

[6] Sahin, U. et al. MedRxiv https://doi.org/10.1101/2020.07.17.20140533 (2020).

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