Eutanasia, cuidados paliativos y garantías

(Ref la vozdegalicia.es)

La pandemia del coronavirus está alterando muchos planes. Uno de ellos es un debate serio sobre la proposición de ley para legalizar la eutanasia en el Congreso, ley que se ha presentado con urgencia, pese a que estamos en una grave situación social con muchas personas fallecidas, que recomendaría centrarse en ayudar a vivir y no en promover la muerte. Aquí voy a ceñirme a dos aspectos: eutanasia versus cuidados paliativos, y garantías de esa ley en caso de aprobarse.

A mi juicio, la aprobación de esta propuesta de ley sería particularmente cruel, porque se aprobaría la eutanasia en España cuando no tenemos suficientemente desarrollados los cuidados paliativos. El Atlas de Cuidados Paliativos publicado en 2019 recomienda dos unidades por cada 100.000 habitantes, mientras que España no tiene más que 0,6, y, además, existe una gran disparidad de desarrollo en cada comunidad autónoma. ¿Por qué este énfasis en los cuidados paliativos, que también exigen desde el Consejo de Europa? Por la sencilla razón de que son numerosos los profesionales y pacientes que declaran: «Con los cuidados oportunos nadie quiere morir». Con 55 años y un cáncer de mama con metástasis ósea, Esther no tiene tratamiento posible y el 18 de septiembre del 2019 llevaba un mes en un centro de cuidados paliativos. Su llegada procedente del hospital madrileño de Fuenlabrada a la Fundación Vía Norte Laguna no fue precisamente un camino de rosas. Se le disparó el azúcar a niveles alarmantes y el dolor que tenía era insoportable. Esther llegó a pedir que pusieran fin definitivamente a su sufrimiento. El control de su dolor, el apoyo de su familia y los cuidados integrales que recibe a diario le han devuelto la esperanza, y todo porque, según explicó en la radio: «Cuando te cuidan adecuadamente te das cuenta de que tú no querías morir en realidad, lo que querías era no sufrir». Son muchos los testimonios recogidos de ese tipo.

Pero más allá de esa falta de unidades de paliativos, es denunciable el hecho de que España sea una de las pocas naciones europeas que no cuente con esta especialidad médica. De empeñarse, el Gobierno, a través del Ministerio de Sanidad y también del de Educación y Universidades, podría cambiar los planes de estudio, y, en poco tiempo, habría generaciones de médicos familiarizados con los beneficios de los cuidados paliativos, y conscientes de que la eutanasia es un grave atentado contra una profesión cuyo objetivo primordial es salvar vidas.

«De aprobarse, esta ley sería muy garantista», me han dicho algunos médicos y expertos en bioética. Lo primero que deseo comentar es que su cumplimiento será obligatorio, salvo que uno se inscriba en un listado de objeción de conciencia, cuyas repercusiones desconocemos.

 

En segundo lugar, me preocupa enormemente el efecto pendiente resbaladiza, que ya se ha producido en los países que la aprobaron. Esto es, al principio se aprueba para casos muy concretos, para pacientes que, por los motivos que sean, no quieren ser tratados de su gran sufrimiento o seguir viviendo. Sin embargo, pasado el tiempo, se producen situaciones totalmente descontroladas, como ocurre en Bélgica, Holanda o Luxemburgo, los tres únicos países de Europa en los que la eutanasia es legal. Varios estudios del Centro Federal de Peritaje en Atención de la Salud, la Fundación King Baudouin y el Instituto Nacional del Seguro de Salud para Discapacitados revelan que el 40 % de los belgas piensa en serio en «no administrar tratamientos caros que prolongan la vida de las personas mayores de 85 años», a fin de preservar el equilibrio económico de la sanidad. El estudio señala que solo el 35 % se opone a este cese de la atención vital para los ancianos. Quizá sea conveniente recordar que el sistema de salud belga tiene un departamento que ofrece servicios para que el paciente que lo desee pueda acabar con su vida. En Holanda la ley es, como en Bélgica, «garantista». Sin embargo, actualmente hay casos de ancianos que no quieren quedarse en las residencias de su país por miedo a que los maten y se van a las de otro país cercanas a la frontera. Recientemente, en Holanda se plantea legalizar la eutanasia para personas mayores simplemente cansadas de vivir.

En 1993 se despenalizó la eutanasia en Holanda (no se culpaba a los médicos que la practicaban) y lo que comenzó siendo una práctica tolerada se estableció como ley en el año 2002. Desde entonces, las eutanasias han crecido un 73 % en los últimos diez años. En Bélgica, donde se legalizó también en el 2002, los datos oficiales reflejan que en el 2018 murieron por eutanasia 2.357 personas y que las cifras aumentan cada año. Parece, pues, que las garantías no frenan el deslizamiento y lo que aumenta en esos países es la deshumanización.

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