Tensa vista en un Tribunal de Londres por el caso de Charlie Gard

Los padres se encaran con los abogados del hospital, que insisten en que no existe cura para el pequeño

LUIS VENTOSO para ABC SOCIEDAD

10/07/2017

Los padres de Charlie Gard prestando declaración ante los medios -REUTERS

El triste caso del niño londinense Charlie Gard, de once meses, sumido en estado vegetativo y hospitalizado desde octubre del año pasado por una rara enfermedad mitocondrial, volvió ayer a los juzgados británicos. Fue unatensa vista en un Alto Tribunal de Londres, en la que se estudió si se autoriza que reciba tratamiento experimental en Estados Unidos, tal y como desean sus padres. Los progenitores, que acusan la fatiga y los nervios de su tenaz lucha judicial, interrumpieron a voces en algunos momentos. El padre se encaró con los abogados del hospital, que sostienen que los tratamientos no servirán de nada y que Charlie padece daños cerebrales«severos e irreversibles». «¿Cuándo vais a decir la verdad?», les reprochó Chris Gard en una sala atestada de público.

El magistrado, el juez Francis, el mismo que el pasado abril aceptó la petición del hospital londinense de retirarle la asistencia vital y dejarlo morir, decidió ayer conceder un plazo de 48 horas a los padres del niño para que aporten evidencias que sustenten la existencia de un nuevo tratamiento capaz de dar una esperanza al pequeño. La vista se reanudará el jueves.

Chris Gard, de 33 años y su mujer Connie Yates, de 31, recibieron en abril y junio dos duros reveses judiciales. Un Alto Tribunal británico y más tarde el Tribunal Europeo de Derechos Humanosdieron la razón al hospital Great Ormond, donde se encuentra Charlie, y fallaron que había que retirarle las asistencias que lo mantienen con vida para facilitarle una muerte digna y evitarle sufrimientos. Incluso se estableció que debería hacerse antes del 30 de junio, aunque luego el centro ha ampliado ese plazo para que Chris y Connie puedan estar más tiempo con él.

Todo cambio tras la intervención del Papa Francisco, respaldada por Donald Trump. Ambos salieron en defensa del derecho a la vida y secundaron la posición de los padres, lo que ha dado eco mundial al caso. Un hospital estadounidense ha ofrecido un nuevo tratamiento experimental, al que se suma una oferta del hospital pediátrico «Niño Jesús del Vaticano», que propone una «terapia nucleótida», capaz en su opinión de ofrecer alivio al pequeño.

Sin cura
El hospital donde se encuentra Charlie Gard desde el pasado octubre considera esos tratamientos «injustificados», porque no ofrecen una cura. Pero aun así el centro londinense decidió el pasado viernes volver a someter el caso a la consideración de la justicia, después de que el hospital del Vaticano le remitiese una carta firmada por siete médicos que le pedía que reconsiderase su posición.

Ayer tuvo lugar la vista, que comenzó con los abogados de los padres cuestionando al juez, por tratarse del mismo que falló, afirmando en abril que había que dejarle morir. «Hice mi trabajo entonces y continuaré haciendo mi trabajo», les respondió el magistrado Francis. «No creo que exista una sola persona viva que no quiera salvar a Charlie», valoró el juez. Explicó que estaría «encantado» de cambiar de idea debido a que ha aparecido una cura, pero añadió que para modificar postura debe haber «significativas circunstancias nuevas». Es decir, un tratamiento que realmente ofrezca una mínima esperanza.

En la vista de ayer, los médicos del hospital reiteraron que los daños cerebrales son irreversibles. Pero los abogados de la familia replicaron que existen nuevos tratamientos que pueden ofrecer «una enorme mejoría para él».

Los padres defienden que «Charlie merece una oportunidad». Señalan que si antes las posibilidades de su hijo parecían nulas, ahora son de un diez por ciento. El domingo la pareja se presentó en público con una caja con 350.000 firmas de países de todo el mundo, que demandan que Charlie pueda viajar a Estados Unidos para ser atendido. Un reverendo estadounidense, Patrick Mahoney, de 63 años, en su día condenado a seis meses de cárcel por manifestarse en Texas ante clínicas abortistas, se ha convertido en el portavoz oficioso de la pareja. Mahoney ha conseguido que el hospital le deje rezar junto a la cama de Charlie, algo a lo que el centro se oponía en un primer momento. También ha atribuido a sus oraciones la nueva vista judicial.

«Un infierno»
«Esto es como vivir en un infierno. Yo no puedo sentarme ahí y verlo sufrir. Los padres sabemos cuándo un niño está listo para irse y entonces hay que dejarlo. Pero Charlie todavía está peleando», advierte Connie Yates, su madre, una mujer rubia, delgada y desmejorada por el desgaste de su lucha. «Es horrible que la decisión sobre él haya sido retirada de nuestras manos. No se trata solo de lo que digamos nosotros, es que hay hospitales y médicos que quieren tratar a Charlie. Al igual que ellos pensamos que es lo mejor».

Su marido Chris avanza que «si ganamos el caso iremos a América y si en la primera semana de tratamiento empieza a sufrir y siente dolor lo dejaremos morir. Esto no va de nosotros, va de Charlie y de la oportunidad que merece».

La pareja, vecinos de Bedfont, en el Oeste del Gran Londres, tuvo a Charlie el 4 de agosto del año pasado. Cuando nació parecía perfectamente sano, pero al mes ya observaron que no progresaba como los otros bebés. Había heredado un fallo en el gen RRM2B, una rara enfermedad mitocondrial, con solo 16 casos en el mundo, que lo fue debilitando hasta inmovilizarlo por completo. La dolencia afecta a las células responsables de ofrecer energía al cuerpo. El niño no ve, ni oye, traga o llora. Respira con ayuda de un ventilador mecánico y sufre daños cerebrales, que sus padres consideran que no están probados.

El tratamiento experimental les ha devuelto la esperanza, pero algunos especialistas estadounidenses advierten que no funcionará en un caso tan avanzado como el de Charlie. La madre no critica al hospital Great Ordmond. Reconoce que «han hecho grandes cosas». Pero explica que todos los niños que están allí reciben tratamiento, «y Charlie también merece esa oportunidad». El debate radica en si realmente ese tratamiento existe y qué conseguiría, o si se está jugando con el amor de unos padres por su hijo con expectativas inverosímiles.

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