“La medicina toma el derecho”. José Miguel Serrano

larazon.es
05.01.2014
Lo que no ha conmovido a nobeles de la paz como Obama, firme defensor del denominado aborto por nacimiento parcial, es decir, del homicidio del neonato a medio salir, parece que ha movido la sensibilidad de los médicos noruegos, que señalaron el escándalo de tener en una sala de hospital un feticidio a un individuo de 22 semanas y en la de al lado el logro médico de salvar un prematuro con las mismas 22 semanas. La diferencia entre la condición de un sujeto u otro es el acto externo de aprobación por parte de quienes tienen que aceptar o no al sujeto como humano.

El feticidio de fetos viables es la prueba de la aporía del razonamiento sádico sobre el aborto que ignora intencionalmente la condición del nasciturus en el debate. Este ocultar al feto se muestra en el tabú sobre la emisión de imágenes donde se vea la muerte de un feto, de forma que en cualquier medio pueden verse los sucesos mas horrendos o los más íntimos , pero no se verá jamás lo que ocurre en un abortorio o los procedimientos del feticidio.

La reforma Noruega prueba que la presencia real del feto como perjudicado del aborto sólo puede ocultarse desde una opción puramente ideológica que va cediendo, aunque lentamente. No puede sin embargo satisfacernos. La omisión de los abortos más escandalosos puede ser la maniobra complaciente de quienes quieren evitar la consecuencia inevitable de considerar el debate sobre el aborto un problema del derecho a la vida.

En última instancia, el feto eliminado unas semanas antes de la viabilidad externa mas o menos plena, ciertamente con ayuda médica, sigue siendo un ser de la misma especie y valor que el susceptible de supervivencia en incubadora. Si el feto de 22 semanas tiene derechos el de 18 debería tenerlos.

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